Tristeza, irritación o falta de energía, así puede afectar el cambio estacional al estado de ánimo

La llegada del otoño trae consigo el acortamiento de los días y la reducción de las horas de sol, lo que puede tener consecuencias en el bienestar emocional y la salud mental de algunas personas. Esto se conoce como trastorno afectivo emocional y, popularmente, como la "depresión estacional".

Este trastorno se caracteriza por la aparición de sentimientos negativos como la tristeza, la desesperanza, la irritación, la falta de energía o el pesimismo, entre otros. "Se trata de un tipo de depresión cuya aparición está condicionada por las estaciones del año. Habitualmente, comienza en otoño y desaparece durante la primavera y el verano. En cualquier caso, es necesario diferenciarlo del conocido como síndrome postvacacional, que hace alusión a los cambios emocionales generados por la vuelta a la rutina", explica Alba Fernández, psicóloga de BluaU de Sanitas.

En este sentido, la disminución de la luz solar puede provocar alteraciones emocionales debido, en parte, a que la falta de vitamina D que influye de manera directa en el hipotálamo, órgano responsable de la liberación de hormonas. "Cuando no hay suficiente luz solar, la serotonina y la melatonina, encargadas de los sentimientos de la felicidad, pueden verse afectadas, aumentando otras emociones desagradables empeorando los cuadros de depresión", explica Fernández.

Ante esta situación, los expertos han elaborado un listado con una serie de consejos que pueden servir de ayuda:

  • Pasar tiempo fuera del hogar. Siempre que sea posible se debe hacer un esfuerzo para recibir luz solar del exterior. Aprovechar momentos como el descanso de la comida para dar paseos es muy buena opción, así como abrir las cortinas y las persianas en el hogar para que entre la mayor cantidad de luz posible.
  • Adecuar el hogar. Crear un ambiente luminoso y espacioso en el hogar también va a ayudar a mejorar el estado de ánimo. En este sentido, los espacios diáfanos, sin muchos bultos, y el color blanco aumentan la cantidad de luz. Asimismo, existen lámparas de luz natural que simulan la luz del sol y pueden ayudar con la síntesis de la necesaria vitamina D.
  • Realizar actividad física cada día. No es necesario que sea actividad física de gran intensidad. Como se ha mencionado, con un paseo cada día combinado con algo de fuerza a la semana es más que suficiente. El ejercicio ayuda a liberar hormonas como la serotonina y la dopamina, mejorando así la energía y el ánimo.
  • Dieta equilibrada. La transición hacia una dieta más saludable no solo tiene beneficios físicos, si no también psicológicos. Una alimentación equilibrada rica en vegetales, fruta, legumbres, proteínas y carbohidratos que el cuerpo necesita va a garantizar una mejoría en el bienestar emocional. Además, la reducción del consumo de alcohol y la ingesta diaria de agua proporciona enormes beneficios.
  • Aceptar sentimientos y emociones negativos. Se recomienda tener en cuenta la importancia de validar y aceptar las emociones y normalizarlas, así como mostrar compasión y comprensión con uno mismo, incluso cuando siente emociones desagradables. Es preciso entender y aceptar los sentimientos negativos y no ser muy exigente con uno mismo. No es necesario forzarse a realizar estos cambios cada día, pero sí intentar abordarlo como un cambio de vida de manera paulatina y respetando los ritmos de cada uno.
  • Evitar el círculo de la apatía. Es importante conocer cómo funciona el círculo de la apatía para no caer en él y que nuestro estado de ánimo sea positivo. En ocasiones se reducen los niveles de actividades agradables y eso mismo hace que las ganas de hacer cosas disminuyan. Al disminuir esa motivación por las actividades nos sentimos más cansados y más apáticos. Por ello, es importante mantenerse activo día a día, dedicar un espacio para el autocuidado (hobbies, ocio, actividades de desconexión...) con la finalidad de reducir la posibilidad de entrar en el círculo vicioso de la apatía.
  • Acudir al psicólogo si fuera necesario. Si los síntomas persisten y el ánimo empeora, es aconsejable acudir a un experto psicólogo que determine cuál es el tratamiento preciso en función de cada paciente y situación.

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