Los tratamientos de reproducción asistida han avanzado mucho en los últimos años. El último avance en este campo es el uso de sistemas para monitorizar la evolución de los embriones sin tener que sacarlos del incubador.
Según explica el Dr. Caballero, de la Clínica Tambre (Madrid) y miembro de Thedoctors.es, "estos sistemas están acoplados a un software y una cámara dentro de la placa de cultivo embrionaria y graban lo que ocurre dentro de los incubadores para observar el desarrollo embrionario y así poder transferir el mejor embrión". Este nuevo avance implica que el proceso de fecundación in vitro se lleve a cabo con un mayor control y seguridad sobre el desarrollo de los embriones.
La fecundación in vitro consiste en la fecundación de los ovocitos obtenidos por punción folicular, fuera del organismo materno. Para extraer los ovocitos la mujer debe someterse a una punción transvaginal con ecografía, que se realiza de forma ambulatoria y con sedación.
Posteriormente, se realiza la fecundación de los ovocitos en el laboratorio y se comprueba la división celular de los cigotos, la célula resultante de la unión entre un óvulo y un espermatozoide. De este modo, se obtienen los embriones que se introducirán en el aparato genital de la mujer.
A los dos o tres días de la punción, en el laboratorio se seleccionan los embriones obtenidos de mejor calidad biológica, normalmente dos, y se introducen en una cánula para depositarlos en el útero. Además, se suele realizar tratamiento de apoyo (administrar progesterona por vía oral o vaginal).
Los embriones que no se transfieren pueden congelarse. De este modo, si la paciente no logra la gestación en este ciclo, puede intentarlo al menos otra vez más. Según afirma el Dr. Caballero, "la tasa de supervivencia posdescongelación es bastante variable y depende de la calidad embrionaria inicial. La media oscila alrededor del 75% y la de gestación por ciclo de un 40%".