Uno de cada seis vascos padecerá un ictus a lo largo de su vida

Tras un ictus, un tercio de los pacientes se recuperará totalmente, un tercio tendrá secuelas y el otro tercio fallecerá
Una de cada cuatro personas fallece en los 30 días siguientes a un ictus
Existen dos tipos de ictus: el isquémico (85% de los casos) y el hemorrágico (15%)
Los avances en la prevención y el tratamiento han disminuido en gran medida las cifras de discapacidad

La magnitud del desafío sanitario que supone actualmente el ictus se constata con los datos ya que, según muestran las estadísticas, no solo afectará a uno de cada seis vascos a lo largo de su vida, sino que un tercio de los afectados fallece, (uno de cada cuatro en los siguientes 30 días), otro tercio tendrá secuelas y solo el tercio restante se recuperará totalmente. Esta patología es, de hecho, la primera causa de muerte entre mujeres y la tercera entre hombres. Representa, además, la primera causa de discapacidad en el País Vasco.

El ictus, también conocido como ACV (accidente cerebrovascular), puede dividirse en hemorrágico o isquémico. "El isquémico corresponde al 85% de todos los ictus y es en donde más se ha avanzado en su tratamiento. Se debe a una interrupción brusca del riego cerebral en un territorio arterial, lo que ocasiona un déficit neurológico congruente con las funciones que asume el área cerebral afectada. En el caso del ictus isquémico, la interrupción suele estar provocada por un trombo que tapona una arteria cerebral. En el ictus hemorrágico, la arteria se rompe y se produce una hemorragia interna y una pérdida de riego", según explica la doctora Itxaso Azkune, neuróloga de Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).

Factores de riesgo

Tal y como apunta la experta de IMQ, "en el ictus está demostrada la importancia de la prevención, lográndose un descenso significativo de los casos mediante una adecuada prevención de los factores de riesgo cardiovascular, tanto con la modificación de hábitos de vida como con la administración de tratamientos adecuados".

Son numerosos los factores de riesgo asociados al ictus, entre los que destacan "la edad, la hipertensión arterial, el tabaquismo, el aumento del colesterol y los triglicéridos, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo, la presencia de cardiopatías potencialmente embolígenas (principalmente la fibrilación auricular), y el síndrome de apnea obstructiva del sueño, entre otros", explica la doctora Azkune.

No sólo en mayores

Tradicionalmente se consideraba al ictus como una patología propia de ancianos, imposible de prevenir y a la que no se le adjudicaba la misma relevancia que a otras patologías como puede ser el infarto agudo de miocardio. "Esta visión ha cambiado drásticamente en muchos aspectos. Aunque la edad es un factor inevitablemente ligado al ictus, no se trata en absoluto de una afección limitada a grupos avanzados de edad, pudiendo sufrirla pacientes de todas las edades y en algunos casos con secuelas incapacitantes de por vida", expone la neuróloga de IMQ.

Síntomas

En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes. Algunos de los que pueden aparecer son: adormecimiento, "acorchamiento" o debilidad de la cara o una extremidad; dificultad repentina para hablar o entender correctamente, con posibles episodios de confusión; dificultad visual emergente; y pérdida brusca del equilibrio, coordinación o capacidad para andar o estar de pie.

Unidades de ictus

Cada vez son más los hospitales dotados con "Unidades de Ictus" especializadas para el cuidado de los pacientes con ictus, que disponen de monitorización continua, enfermería y neurólogos especializados al cuidado del paciente las 24 horas del día. Según explica la doctora de Igualatorio Médico Quirúrgico, Itxaso Azkune, "esto permite un control estricto de todos los factores asociados a la evolución del ictus en las primeras horas, permitiendo la vigilancia y corrección de la tensión arterial, glucemia, temperatura y equilibrio hidroelectrolítico, entre otros".

Ello juega un papel clave para minimizar los efectos destructores de la isquemia cerebral, "evitando que aumenten las áreas privadas de oxigenación. La presencia de profesionales especializados en el manejo del paciente con ictus y el uso de escalas neurológicas (Escala NIH, Escala Canadiense), permite, asimismo, una detección precoz del posible deterioro neurológico, ya sea por complicaciones asociadas o por la propia evolución del ictus", afirma la doctora Azkune.

Mejoras en el tratamiento, menor discapacidad

En los últimos años se ha avanzado notablemente en el uso de terapias para el tratamiento específico en el ictus isquémico agudo. El objetivo primordial de estas terapias es lograr una recanalización precoz de las arterias ocluidas, y por tanto, del riego cerebral, tratando de evitar los daños cerebrales irreversibles.

Por un lado, "tenemos la fibrinólisis endovenosa, en la que, gracias a un fármaco, se intenta ‘disolver' o destruir el trombo que ha causado el ictus isquémico. Este tratamiento solo puede considerarse en las primeras cuatro horas y media desde el inicio de los síntomas (preferiblemente en las primeras tres horas), siendo más efectivo y con menor riesgo cuanto antes se administre", destaca la especialista de IMQ. Por otro, se cuenta, en determinados casos seleccionados, con la opción de la trombectomía mecánica. "Aquí, se accede a las arterias cerebrales mediante un cateterismo, permitiendo así la extracción directa del trombo intraarterial. Puede realizarse con seguridad solo en las primeras 6 horas desde el inicio de los síntomas y requiere de la mano experta de especialistas con amplia experiencia".

Estas terapias (la fibrinólisis endovenosa y la trombectomía mecánica) "hacen posible que hoy en día haya disminuido notablemente el número de personas con incapacidad permanente tras sufrir un ictus".

Pacientes y familias: auténticos protagonistas

Sin embargo, los principales protagonistas son y seguirán siendo siempre los pacientes y sus familias. "Son ellos los encargados de identificar los síntomas y de poner en marcha la cadena asistencial; son ellos los que padecen la dureza de esta patología y nos ayudan a comprenderla y mejorar en nuestra asistencia cada día; pero sobre todo, son ellos los que nos dan a menudo una lección de autosuperación a pesar de lo devastador que puede ser sufrir un ictus de forma inesperada y con secuelas permanentes. Por todos ellos, merece un recuerdo anual, como es el 29 de octubre, Día mundial del Ictus, símbolo de que seguiremos esforzándonos para mejorar en la prevención y tratamiento del mismo, del mismo modo que ellos trabajan incesantemente por seguir adelante", concluye la neuróloga de IMQ.

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