El acné se manifiesta fundamentalmente en la adolescencia por la presencia de granos y comedones en la piel. La mayoría de los adolescentes presentan acné (casi el 80% entre los 13 y los 18 años), de intensidad variable, que suele desaparecer hacia los 25 años, aunque en algunos casos se prolonga más allá de los 35-40 años. Es muy raro observar el acné en la infancia. La edad de mayor afectación oscila entre los 14 y los 17 años en las mujeres y es algo más tardío en los varones (entre los 16 y los 19 años)
Dentro de los factores de riesgo se incluyen:
- Factores familiares: déficit de alfa 1 antitripsina, inmunodeficiencia.
- Factores personales: atopia, tratamientos previos, inicio y evolución de los síntomas, agudizaciones e ingresos hospitalarios.
Diversas causas influyen en la aparición del acné:
- La mayor producción de grasa por parte de las glándulas sebáceas, que está influida por las hormonas sexuales, especialmente los andrógenos. Estas hormonas, que se encuentran en los varones y en las mujeres, aumentan en la pubertad y estimulan y agrandan las glándulas sebáceas.
- La grasa producida por las glándulas sebáceas sale a la superficie por el poro (la abertura en la piel del folículo piloso). Esta grasa hace que las células que revisten el folículo se eliminen con mayor velocidad, obstruyendo el folículo y formando un tapón en el poro. De forma secundaria, se produce una acumulación de sebo en el folículo.
- La mezcla de grasa y de células en el folículo favorece el crecimiento de bacterias, si bien, cabe destacar que el acné no es un proceso infeccioso.
- Otras posibles causas: existe una polémica respecto a la causalidad y la asociación de algunos factores y el acné. Es el caso de la dieta, el estrés, la sudoración y el periodo premenstrual.
Clínicamente, la intensidad del acné puede variar y se distingue, dependiendo de la gravedad de las lesiones, el acné vulgar leve, el acné moderado y el acné nodular grave.