La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa aguda producida por un virus, de rápida evolución, que se transmite por la picadura de mosquitos.
Su gravedad puede ser muy variable y, una vez padecida, se adquiere la inmunidad de por vida. Se manifiesta generalmente en brotes epidémicos de alta mortalidad en regiones de África, América Central y del Sur.
Sólo en los casos más graves aparece la clásica tríada de síntomas: ictericia, hemorragia, fiebre y albuminuria intensa. Durante la incubación, que dura entre tres y seis días, el virus permanece inactivo. La primera fase, que dura entre tres y cuatro días, se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares, cefalea , pérdida de apetito, náuseas, vómitos y el signo de Faget; frecuencia cardiaca baja en presencia de fiebre elevada. Pasado este periodo, el paciente mejora y los síntomas desaparecen.
Aproximadamente el 15% de los enfermos desarrollan la fase tóxica, en la que la mayoría de los órganos fallan. Esta fase se caracteriza por la reaparición de los síntomas: fiebre, ictericia (tinte amarillo de piel y mucosas), dolor abdominal, vómitos, hemorragias nasales, conjuntivales y gástricas. La presencia de albúmina en la sangre (albuminuria) indica que los riñones comienzan a fallar, hasta que se produce un fracaso renal completo con el cese de la emisión de orina (anuria). Esto provoca la muerte en unos diez o catorce días en la mitad de los pacientes que entran en esta fase. El resto se recupera sin secuelas.
La vacunación es la medida más eficaz contra el contagio, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la recomienda para cualquier viaje fuera de áreas urbanas en los países situados en zonas de América Central y del Sur y parte del África Subsahariana. Debe ser administrada en los centros oficiales de vacunación acreditados por la OMS. Una dosis proporciona inmunidad durante diez años a partir del décimo día de administración. Provoca efectos adversos, como dolor local, dolores musculares o dolores de cabeza y, también, puede aparecer fiebre. Está contraindicada durante el embarazo , en las personas alérgicas al huevo, en los inmunodeprimidos y en los niños menores de nueve meses. Otras medidas de prevención son evitar la picadura de los mosquitos y controlar su reproducción.