El médico realiza una historia clínica completa donde registra los síntomas oculares y lleva a cabo una exploración, para lo que utiliza una lámpara de hendidura y procede a valorar el reflejo pupilar, una medición de la córnea, una tinción de la córnea con un colorante, la fluoresceína y el raspado de la úlcera para su análisis y cultivo. Realizará analíticas en sangre si sospecha algún trastorno inflamatorio.