La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel de tipo crónico cuya evolución depende de un correcto diagnóstico y de un tratamiento continuado.
Será el médico el que prescribirá dicho tratamiento y propondrá una rutina de vida adecuada a la enfermedad. Si bien, seguir este consejo médico es imprescindible para el buen control de esta enfermedad, existen algunas terapias alternativas que, siempre bajo consejo médico, pueden resultar muy útiles para mejorar la calidad de vida de estos enfermos, siendo este el caso de las terapias con aguas termales.
Los tratamientos termales son altamente eficaces en el tratamiento de la dermatitis atópica tanto en niños como en adultos. Aportan calidad de vida a los enfermos y mejoran la patología, pudiéndose iniciar incluso en bebés de cinco a seis meses de vida y extendiéndose dicha indicación a enfermos de cualquier edad.
Esta patología responde muy bien a la balneoterapia, mejorando el prurito y el insomnio debido al picor y, además, consigue que las recidivas sean menos intensas y menos frecuentes en los seis meses siguientes, con disminución del consumo de corticoides y disminución de la sobreinfección y de la liquenificación de la piel. Este tratamiento puede ser muy útil en la fase aguda de la enfermedad.
La aguas más aconsejables son las que contienen una mineralización fuerte, clorurada, sulfatada, sódica y sulfurada, y los porcentajes de mejoría tras el tratamiento termal oscilan entre el 41 y el 80%. Los baños una o dos veces al día de 10 minutos de duración durante 46 a 75 días con estas aguas con pH ácido muestran mejorías importantes en los pacientes.