A pesar de que la dermatitis atópica suele remitir durante el periodo estival, puesto que normalmente es en las época de frío cuando surgen los brotes, las temperaturas extremas no son buenas para estos pacientes. Por ello, los expertos recomiendan mantener una temperatura ambiental en casa de entre 20 y 22 grados y evitar las interminables horas de canícula que pueden aumentar la irritación y el picor del niño. Un buen aparato de aire acondicionado podría ser una buena inversión para los padres de estos niños. Además, las temperaturas altas pueden incrementar la irritabilidad psicológica del menor debido a que se duerme peor en las noches de calor o menos horas.
Por otro lado, el calor mantenido incrementa la sudoración de estos niños con el riesgo de irritar su piel y provocar brotes. La sudamina es una afección relativamente frecuente en los niños pequeños por una inmadurez de sus glándulas sudoríparas en los primeros años de vida. Aparecen granitos sobre la piel húmeda que pican y que, en los niños con dermatitis atópica, empeoran su enfermedad de base. Para prevenir la sudamina se debe evitar llevar al niño a lugares muy calurosos y proporcionarles baños que refresquen su piel y retiren la sudoración.
En cuanto al agua de las piscinas, excepto en los casos graves de dermatitis atópica, no es necesario ser rígido y se debe permitir al niño que disfrute con los baños aunque, por ser el agua clorada muy irritante para la piel atópica, es necesario aclarar al niño concienzudamente tras el baño con el agua de la ducha para eliminar cualquier resto de cloro. Por el contrario, el agua de mar es beneficiosa para la enfermedad. En cualquier caso, tras un buen enjuague, se debe aplicar siempre una crema hidratante que reconforte la piel tras la irritación producida por el baño.
Según los expertos, el sol puede mejorar los síntomas de la dermatitis atópica, pero debido a sus efectos perjudiciales sobre la piel, es importante utilizar fotoprotectores especialmente indicados para las pieles atópicas y con un alto índice de protección, aplicándola entre 20 o 30 minutos antes de la exposición y repitiendo la aplicación tras cada baño o cada 60 o 90 minutos. También se deben evitar las horas centrales del día (de 11 a 16 horas), mantener una buena hidratación del niño con agua o zumos y utilizar las sombrillas y la ropa de protección (camisetas, gorras o viseras).