El estrés se manifiesta en nuestro organismo a través de dolores de cabeza, alteraciones estomacales o molestias musculares. Pero, además, el estrés y el nerviosismo dejan huella en los dientes y mandíbulas. Aunque estos problemas bucodentales pueden pasar inadvertidos, las ansiedades típicas del estrés pueden manifestarse en la cavidad oral a través de herpes, aftas, candidiasis o bruxismo.
Una de las patologías bucales favorecidas por el estrés es el bruxismo. Se estima que afecta hasta un 20% de los adultos. El bruxismo es un hábito nocivo que se caracteriza por el contacto fuerte de los dientes superiores e inferiores, en el que se rechinan los dientes inconscientemente. Es más frecuente que suceda durante la noche, mientras se duerme, ya que se libera de manera involuntaria la acumulación de estrés del día. Si no se trata esta patología, puede dar lugar al desgaste de las piezas dentales e incluso llegar a padecer dolores en el cuello, cabeza, columna vertebral y en las articulaciones mandibulares.
Además, el estrés puede considerarse la segunda causa de caries dental después de la acumulación de la placa bacteriana causada por una mala higiene dental. Si se padece estrés regularmente, aumenta la acidez de la saliva, además de reducir la cantidad de salivación, atacando directamente al esmalte, capa natural que protege los dientes.
Los altos niveles de ansiedad pueden activar la aparición de herpes labiales. También puede ser culpable del mal aliento, sobre todo por los problemas de estómago y digestión que conlleva. Además, es frecuente que por el estrés diario se dejen a un lado hábitos tan importantes como el cepillado de los dientes después de cada comida, o visitar al dentista, por lo que las probabilidades de padecer alguna afección bucodental aumentan considerablemente.