Los ojos son uno de los órganos más delicados de nuestro cuerpo. Las temperaturas extremas además, ya sean las que se dan en pleno verano o las que imperan en un invierno gélido, afectan a nuestra vista de manera negativa y tienen consecuencias a corto y medio plazo en nuestra visión.
Los principales problemas son los relacionados con la sequedad de ojos, un mayor lagrimeo en los mismos o las conjuntivitis víricas. El oftalmólogo Iñaki Rodríguez Agirreche, perteneciente al Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología (ICQO) explica las principales molestias de la visión en esta época del año, su origen y consecuencia, y cómo prevenirlas.
Durante esta estación del año, las bajas temperaturas propician el lagrimeo de los ojos, molestia que se agrava con el viento y que tiene como origen el propio funcionamiento del lagrimal.
Como explica el doctor Rodríguez Agirreche, además de oftalmólogo del ICQO, presidente de la Asociación Oftalmológica del Norte (AON), las lágrimas de los ojos tienen dos maneras de salir al exterior: por el lagrimal o a través de la evaporación de las mismas. En invierno esa evaporación es menor que cuando hace calor, por lo que el lagrimal suele expulsar mayor cantidad de líquido, con las consiguientes molestias. No es un problema grave aunque sí molesto, y la manera de minimizar estas molestias es proteger el ojo con una pantalla, es decir, mediante gafas de sol o gafas normales.
Ojo seco
El problema inverso al anterior es el que acarrea el ojo seco, que en invierno se produce debido a la sequedad de los distintos ambientes, propiciados por las calefacciones, mayoritariamente, ya que disminuye la humedad del lugar y provoca escozor en los ojos y visión borrosa. En este caso, desde el ICQO se recomienda, además de las lágrimas artificiales -que ayudan a hidratar el ojo (la córnea)- medidas ambientales, que consisten básicamente en ventilar la estancia, no abusar de las temperaturas altas cuando se enciende la calefacción o utilizar humidificadores.
Si además, se trabaja frente a un ordenador, es recomendable parar cinco minutos cada una o dos horas de trabajo a fin de que la vista descanse y hacer ejercicios de parpadeo para activar la producción de lágrimas. De esta forma, se evitarán problemas mayores que puede acarrear el ojo seco.
Conjuntivitis vírica
En el caso del invierno, de la misma forma que el frío y las bajas temperaturas se asocian a un incremento de los procesos gripales, esta estación propicia también molestias relacionadas con los ojos ante las que hay que estar en alerta y acudir al oftalmólogo en caso de la menor duda.
En concreto, los mismos virus que provocan los procesos gripales en invierno son los responsables de conjuntivitis víricas acompañantes. Los síntomas más habituales de este proceso son el enrojecimiento del ojo y la secreción en el mismo. Otro síntoma es el contagio rápido al otro ojo. Ante los primeros síntomas lo mejor es acudir al oftalmólogo, que ofrecerá el tratamiento más adecuado. Al igual que un proceso gripal, es difícil dar unos consejos previos para no contraer la conjuntivitis vírica.
El doctor Rodríguez Agirreche explica que al igual que ocurre con la gripe, es complicado la prevención previa, por lo que hay que buscar un tratamiento de soporte para minimizar las molestias, que pueden perdurar durante 10 días o en algunos casos incluso superar el mes. Será además muy importante que quien se ha contagiado y los que están alrededor extremen las medidas higiénicas a fin de evitar mayores contagios, como ventilar las habitaciones, lavarse las manos, no compartir toallas y procurar no frotarse el ojo.
Gafas de sol, no sólo para deportes al aire libre
Es un clásico de las recomendaciones oftalmológicas el uso de gafas de sol cuando se practican deportes de invierno, principalmente el esquí o deportes de montaña debido a que el sol está más bajo y que la nieve refleja cerca del 80% de la luz solar. Sin embargo no está de más recordar que el uso de gafas protectoras homologadas cuando se practican estos deportes es primordial para evitar quemaduras en la córnea, ya que la luz solar se refleja en la nieve y retorna al ojo con más potencia.
En estos ámbitos es frecuente el uso de gafas homologadas por la CE y con el filtro suficiente. Sin embargo, en el uso urbano de las gafas se sigue priorizando la estética antes que su funcionalidad cuando el uso de lentes inapropiadas puede acarrear problemas de visión graves, principalmente en la superficie de la córnea.
Cinco recomendaciones
- Contra el lagrimeo. La manera de minimizar estas molestias es proteger el ojo con una pantalla, es decir, mediante gafas de sol o gafas normales.
- Ojo seco. Además de las lágrimas artificiales o parpadear a menudo se recomienda medidas ambientales: ventilar la estancia, no abusar de las temperaturas altas cuando se enciende la calefacción y utilizar humidificadores.
- Ordenadores. Es recomendable parar cinco minutos cada una o dos horas de trabajo a fin de que la vista descanse y hacer ejercicios de parpadeo para activar la producción de lágrimas.
- Conjuntivitis vírica. Los mismos virus que provocan los procesos gripales en invierno son los responsables de lo que se conoce como conjuntivitis vírica. Los síntomas más habituales de este proceso son el enrojecimiento del ojo y la secreción en el mismo. Al igual que ocurre con la gripe, es complicado la prevención previa, por lo que hay que buscar un tratamiento de soporte para minimizar molestias y evitar contagios entre ojos y personas
- Gafas de sol, no sólo para deportes al aire libre. Conviene recordar que en el uso urbano de las gafas se sigue priorizando la estética antes que su funcionalidad cuando el uso de lentes inapropiadas pueden acarrear problemas de visión graves, principalmente en la superficie de la córnea.