La muerte de la periodista Concha García Campoy a causa de una leucemia que padecía desde finales de 2011 ha conmocionado el mundo de la comunicación. La periodista, ha sido hasta el último momento un ejemplo de lucha y de vitalidad y parecía que estaba ganando la batalla al cáncer, pero finalmente un fallo hepático causado por la medicación acabó con sus esperanzas de recuperación
Tras el diagnóstico de una leucemia especialmente agresiva, Concha García Campoy necesitaba un trasplante de médula ósea y, a la espera de que apareciera un donante, en junio de 2012 se sometió a un autotransplante de médula ósea en el hospital de la Zarzuela de Madrid. Era una manera de ganar tiempo. Su médula trabajaba al 70% y poco a poco perdía rendimiento, pero el donante seguía sin aparecer y la propia Concha buscó otras opciones terapéuticas. Finalmente, el pasado 13 de marzo en el hospital La Fe de Valencia recibía un trasplante de sangre de cordón umbilical (SCU). Ella hablaba de esa fecha como "el día de mi nuevo cumpleaños".
Y tenía razones para sentirse tan optimista. En 2010 un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota, de Estados Unidos, publicó un artículo en la revista The Lancet Oncology en el que se confirmaba que el trasplante de SCU procedente de personas no emparentadas y no compatibles para uno o dos antígenos leucocitos humanos tienen la misma efectividad que los trasplantes de células procedentes de la médula ósea o las células de sangre periférica.
El estudio realizado en pacientes adultos con leucemia ofrecía tasas de supervivencia similares en los tres tipos de trasplante. Un hecho que, por cierto, ya se había demostrado en niños, para los que el trasplante de SCU ya era un tratamiento de primera opción.
En el estudio se analizaron los datos procedentes de 216 centros de trasplante de todo el mundo, comparando los resultados de adultos mayores de 16 años o con leucemia grave que recibieron trasplantes de SCU, con 888 adultos que recibieron trasplantes de células de sangre periférica de donantes no emparentados con ellos y 472 pacientes que recibieron una donación de médula ósea de un donante que tampoco era de su familia. Dos años después del trasplante, la supervivencia libre de leucemia fue similar para las tres fuentes de trasplante.