El verano, una época de detección y aumento de los Trastornos de Conducta Alimentaria

Fundación FITA alerta de un aumento del 25% en las consultas de TCA en verano

La llegada del verano suele ser un momento esperado para todos, pero para aquellas personas que sufren un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) puede llegar a ser un momento temido.

Anna Folch, psicóloga de Ita Argentona, explica que "en verano hay una mayor exposición del cuerpo a la vista de los demás, en una persona insatisfecha con su cuerpo, en mayor o menor medida esto causará temor. Los estereotipos sociales de tener que estar "a punto" para el verano, el inicio de muchas dietas cuando el verano se acerca no ayuda a las personas con un TCA, ya que contribuyen a que estén mucho más focalizadas en su cuerpo. Todos estos esto, acompañado de otros factores pueden ser un motivo desencadenante en el inicio de un trastorno alimentario".

Fundación FITA señala que en verano las consultas de TCA aumentan un 25%. El INE señala que un 3,54% de las mujeres de edad adulta tienen un peso insuficiente, porcentaje que se ve incrementado hasta el 14% en menores.

A pesar de que el peso es uno de los indicadores más fáciles de detectar, hay otras dificultades, que al ser menos "visibles" pueden pasar desapercibidas. Anna Folch señala que "la falta de estructura, horarios y actividades prestablecidas son a veces situaciones difíciles de manejar para las personas que sufren un TCA. Tener la necesidad de estar continuamente realizando actividades útiles puede suponer un problema para las
personas con un perfil perfeccionista y autoexigente en época estival."

El verano puede servir para poder detectar en casa que alguien cercano a nosotros está sufriendo un TCA. Cambios en la dieta, en su rutina de deporte, preocupación excesiva por su imagen, no querer hacer planes que impliquen ir a la playa o a la piscina, evitar comer en familiar; son algunos indicadores que pueden señalarnos un TCA. Los TCA son enfermedades mentales graves que afectan a la salud física y psicológica del paciente que los sufre. Afectan a 400.000 personas de la población española, 300.000 de ellos son jóvenes adolescentes.

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