En las reconstituciones familiares "es muy importante ser claros y transparentes" con los niños para evitar que se sientan traicionados

El crecimiento constante del número de familias reconstituidas, entendidas como aquellas en las que al menos uno de los miembros tiene un hijo de una relación anterior, es un hecho refrendado por las estadísticas. Las cifras de Instituto Nacional de Estadística de 1991 ni siquiera recogían a este tipo de unidades familiares. En 2001, el INE ya cifraba el número de familias reconstituidas en casi 233.000. En 2011, en el último Censo de población y viviendas disponible, la cifra rozaba el medio millón.

"Estas nuevas realidades están cada vez más presentes en consulta: mamá que trae un hijo de otra pareja, papá que llega acompañado de dos hijos de una pareja anterior, a los que además se suma la llegada de otro bebé fruto de esta nueva unión. Esto sería un ejemplo de estructura familiar cada vez más habitual", afirma Irene Poza, psicóloga y vocal de la junta directiva de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG).

Según la experta, el abordaje de estas nuevas realidades desde la consulta se basa en "averiguar roles, posiciones, alianzas, miembros débiles o asuntos sin tratar entre miembros", algo que en su opinión es necesario hacer para la intervención terapéutica y que no depende tanto del tipo de familia. Sin embargo, Poza sí que reconoce que en muchas ocasiones los miembros de familias reconstituidas se aproximan a la consulta "sin conciencia" de que el malestar que sienten se debe a una situación de encrucijada sin resolver o a no estar ocupando el lugar conveniente en esta nueva configuración familiar.

"Es fácil caer en la tentación de querer sustituir funciones que no competen o de imponer límites que no corresponden, tal vez también de sentirse desplazado. Son situaciones que también se dan en sistemas familiares de corte convencional, pero que sin embargo en las familias reconstituidas pudieran tender a sobre exagerarse", afirma antes de señalar que "con buena disposición e intención amorosa" por parte de todos se pueden superar estas y otras dificultades habituales.

Consejos para una reconstrucción familiar sana

En estas nuevas familias reconstituidas, uno de los aspectos que más suelen preocupar a los adultos a la hora de dar el paso hacia una nueva unión es la adaptación de los hijos que cada cual aporta al nuevo engranaje familiar. Para Irene Poza es "fundamental" preparar a niños y niñas de antemano para que ese acoplamiento familiar sea lo más fácil posible. "Es muy importante mantener la claridad y transparencia hacia ellos porque los niños son espectadores sabios de lo que sucede alrededor". En ocasiones hay parejas que, durante el inicio de la nueva relación, "por temor o culpa disfrazan y niegan lo que se está dando", algo que en su opinión puede "pasar factura más tarde" al sentirse traicionados los hijos cuando vean que aquello que se les ha negado reiteradamente es ya una realidad.

Para evitar este y otros malentendidos en la reconstrucción familiar, la psicóloga ofrece una serie de consejos para afrontar esta nueva realidad de la mejor forma posible y sin que el nuevo edificio familiar se derrumbe a las primeras de cambio:

  1. Es muy importante respetar el ritmo de cada integrante del sistema familiar, las personas tenemos tiempos diferentes para hacernos conocer y permitirnos conocer.
  2. Es fundamental que cada miembro sea visto y atendido en sus necesidades. Esto ofrece una fórmula segura para generar las nuevas vinculaciones.
  3. En el caso de los adultos, es necesario que no pretendan sustituir a nadie ni competir con nadie.  No hay que pisar lugares, cada uno tiene el suyo propio y hay espacio para todos.
  4. El respeto mutuo es muy importante. Tanto el de los adultos hacia los hijos de cada progenitor, como el de éstos hacia los adultos.
  5. Siempre es recomendable ver el lado positivo y tener en cuenta que el sistema familia se enriquece con la suma de nuevos miembros, ya que hay más oportunidades de compartir experiencias diferentes.
  6. En caso necesario, también existe la posibilidad de llevar a los niños a terapia. Es muy adecuado que los hijos e hijas encuentren un lugar neutro en el que compartir sus temores respecto a la llegada de nuevos miembros al sistema familiar.

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