23 de septiembre, Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas

Entre el 5 y el 10% de la población adulta muestra síntomas del Síndrome de Piernas Inquietas

El síndrome es el doble de frecuente en mujeres que en hombres.
En personas mayores de 65 años, la prevalencia aumenta al 15 o 20%.
Una de cada cinco mujeres embarazadas muestra síntomas del síndrome de piernas inquietas, especialmente, al final del embarazo.
Ciertos medicamentos que se usan para el tratamiento del párkinson son eficaces para este síndrome.

El domingo, 23 de septiembre, se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, una efeméride que pone en el centro de la noticia a los afectados y a la investigación de las causas concretas de este síndrome, que continúan sin estar totalmente dilucidadas, aunque apuntan al papel que desempeñan el hierro y la dopamina.

El síndrome de piernas inquietas, tal y como indica la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas, que reúne afectados de todo el Estado, es un trastorno neurológico del movimiento que se caracteriza por "la necesidad irresistible de mover las piernas y por sensaciones desagradables y molestas en las extremidades inferiores".

Esta sensación desagradable e imprecisa en las piernas, que suele darse en reposo, se alivia cuando los pacientes se incorporan y andan. Tal y como explica el doctor Alfredo Rodríguez-Antigüedad, neurólogo de IMQ, "los pacientes describen en ocasiones sus síntomas como hormigueos o que les resulta insoportable la sensación del roce con las sábanas, pero en muchas ocasiones únicamente describen una sensación imprecisa y desagradable que se alivia al levantarse y andar".

Este síntoma suele presentarse tras el reposo, pero es característico al anochecer y en relación con el sueño, lo que suele provocarles dificultad para dormir. La mayoría de estos pacientes presentan además movimientos involuntarios de las piernas durante el sueño, aunque este síntoma suele pasar en ocasiones desapercibido. En ciertos pacientes los síntomas pueden extenderse a los brazos y manos pero en la mayoría se restringen a las piernas.

Por otro lado, este trastorno es en algunas personas una manifestación de otras enfermedades como la insuficiencia renal crónica avanzada, la artritis reumatoide, la fibromialgia, u otros problemas neurológicos, como una polineuropatía. De entre estas causas que pueden provocar la enfermedad cabe destacar la falta de hierro, que cuenta con un tratamiento sencillo.

En cuanto a la epidemiología del síndrome, los distintos estudios de más rigor que se han efectuado apuntan a una prevalencia en el Estado que se establece entre el 5 y el 10% de la población adulta, siendo más frecuente a partir de los 50 años. Este porcentaje aumenta hasta un 15 o 20% entre el colectivo de personas mayores de 65 años.

Por otro lado, afecta casi al doble de mujeres que hombres. Asimismo, es especialmente prevalente en mujeres embarazadas, en particular, al final del embarazo, en donde afecta a un 20% de mujeres en estado.

El 90% de las personas que padecen el síndrome de piernas inquietas desconoce que tiene la enfermedad, entre otras casusas, porque algunos enfermos no están adecuadamente diagnosticados y sus síntomas se atribuyen a otros problemas.

La especialidad médica que se encarga del diagnóstico y tratamiento de este síndrome es la neurología. No obstante, siempre que una persona note los síntomas anteriores debe acudir a su médico de atención primaria. Si éste sospecha que puede tratarse de este trastorno, remitirá al paciente al neurólogo.

Una vez confirmada la presencia del síndrome de piernas inquietas, pueden ser de utilidad para el tratamiento, según los casos, ciertos medicamentos que se usan para la enfermedad de Parkinson y que han demostrado una eficacia relevante. Asimismo, se suele aconsejar a los pacientes que tengan hábitos de sueño sanos, así como que eviten los estimulantes y el tabaco.

Antecedentes familiares

Alrededor del 40% de los afectados por este síndrome tiene antecedentes familiares del mismo problema, lo que demuestra que, en muchos casos, se trata de una patología que se hereda genéticamente. De hecho, se conocen tres genes diferentes que están relacionados con el síndrome de piernas inquietas.

Según señala el neurólogo de IMQ, "independientemente del origen genético o no de la enfermedad, parece que las neuronas responsables del síndrome de piernas inquietas están relacionadas con las que controlan el ritmo de vigilia-sueño. El origen del síndrome no depende de los hábitos de vida, aunque un régimen de vida poco higiénico, en el que se fuma, se bebe y se duerme mal, puede incrementar los síntomas".

Alivio emocional

El doctor Alfredo Rodríguez-Antigüedad reconoce que la confirmación del diagnóstico en sí mismo suele aliviar emocionalmente a los pacientes, que a menudo sufren la presión de sus familiares, los cuáles no comprenden que ese deseo de levantarse y andar no corresponde a una ‘manía'.

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