Según afirma el Dr. Fernando Teba del Pino, urólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid y del Instituto Privado de Urología, la incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina a través de la uretra, objetivamente demostrable, de una magnitud tal que constituye un problema higiénico o social.
En España se estima que la pueden sufrir unos dos millones de personas. Es más frecuente en mujeres que hombres y el número de casos aumenta con la edad.
Uno de los tipos de incontinencia es la incontinencia urinaria de urgencia o vejiga hiperactiva, que se caracteriza por la imposibilidad para retrasar la micción, lo que origina la pérdida de orina antes de llegar al baño, y suele asociarse al aumento de la frecuencia miccional y nocturia (levantarse varias veces por la noche para orinar).
El tratamiento de la vejiga hiperactiva es muy amplio y se basa en: relajantes vesicales como son los fármacos anticolinérgicos, electroestimulación (intravaginal, nervio tibial posterior), biofeedback, toxina botulínica o, en casos extremos, el tratamiento quirúrgico.
Según destaca el Dr. Teba del Pino, uno de los tratamientos de la vejiga hiperactiva es la electroestimulación del nervio tibial posterior que tiene como objetivo modificar el comportamiento del músculo de la vejiga (musculo detrusor). Consiste en la estimulación eléctrica, por medio de un electrodo de aguja fina, que se coloca en el tobillo del paciente. El impulso eléctrico se transmite desde el nervio tibial hasta el plexo sacro, de donde surgen las fibras nerviosas que controlan el funcionamiento de la vejiga.
El tratamiento consiste en 12 sesiones de unos 30 minutos que se realizan semanalmente. Estas sesiones se pueden prologar en el tiempo si los resultados obtenidos no son los esperados, realizando ciclos quincenales y mensuales. El procedimiento se realiza de forma ambulatoria, suele ser muy bien tolerado sin apenas causar molestias y carece de efectos secundarios.
Los estudios realizados han puesto de manifiesto que con este tipo de tratamiento se reducen el número de micciones diarias que debe realizar el paciente. Los episodios de urgencia miccional y de incontinencia de urgencia disminuyen en el 50 y el 70% de los pacientes, lo que se traduce en la necesidad de usar un menor número de empapadores diarios. También se reduce el número de veces que el paciente tiene necesidad de levantarse durante la noche para orinar (nocturia), lo que permite un mejor descanso. Todo esto conlleva una mejoría importante en la calidad de vida percibida por la paciente.