Son muchas las opciones disponibles hoy en día en lo que se refiere a pañales más suaves, ecológicos y beneficiosos para la piel. Se pueden encontrar las típicas gasas y picos de algodón que utilizaban las abuelas, pero también asistimos a una revolución en la composición de las telas, ya que se mezclan diferentes materiales para crear tejidos más suaves, resistentes, agradables y exentos de químicos. Así, al algodón se suman el bambú y el cáñamo.
El bambú es una planta natural de Asia que se utiliza para comer, para hacer materiales de construcción por ser uno de los materiales más resistentes del mundo y se utiliza también para fabricar telas. Para ello, se toma la pulpa del bambú y se blanquea sin cloro y se seca. No es necesario utilizar ningún químico en su elaboración. La tela resultante es suave, antimicrobiana, cálida en invierno y fresca en verano, no irritante y antialérgica.
El cáñamo se cultiva sin el uso de pesticidas, herbicidas u otros productos químicos y ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su historia. La fibra de cáñamo se usó para fabricar las velas que aparejaba Cristóbal Colón y también se utilizó en los primeros pantalones vaqueros que lanzó Levi Strauss, así como en el papel de la redacción de la Declaración de Independencia Americana. El cáñamo tiene fibras muy duraderas y estables, y se utilizan para fabricar una tela que dura hasta cinco veces más que la realizada en algodón. Este tejido absorbe mucho mejor la humedad que el propio algodón y gracias a sus cualidades térmicas, es fresca en verano y cálida en invierno.
La popularización de estos nuevos tejidos, rescatados del pasado, puede contribuir a un mejor cuidado de la piel del paciente atópico que, por sus características, tiene una mala repuesta a las fibras artificiales o a las manufacturadas con sustancias químicas irritantes.