Como cada año, la gripe -la denominada estacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque se produce en un periodo determinado- hará su aparición. El que de momento no se estén dando casos de gripe en número significativo debido a la bonanza climática que estamos viviendo no quiere decir que podamos olvidarnos de ella.
La gripe estacional es una infección vírica aguda, generalmente de carácter leve, pero que en personas de alto riesgo (menores de 2 años y mayores de 65, o personas en situación de inmunodepresión o que padecen enfermedades crónicas cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas y otras) puede causar enfermedad grave o incluso la muerte. Aparte de esto, la gripe puede causar graves problemas económicos y de salud pública. En los países desarrollados como el nuestro, es causa de un gran absentismo laboral y de pérdida de productividad.
Por ello, y porque la gripe no tiene un tratamiento curativo claramente eficaz, sino fundamentalmente tratamientos sintomáticos, es fundamental la prevención. La forma más eficaz de prevenir la enfermedad y sus consecuencias graves es la vacunación. Hace más de 60 años que se vienen utilizando vacunas seguras y eficaces. En los adultos sanos la vacunación antigripal puede prevenir un 70% a 90% de los casos; en los ancianos reduce los casos graves y las complicaciones en un 60% y las muertes en un 80%.
Como ya se ha dicho más arriba, la vacunación es especialmente importante en las personas con mayor riesgo de sufrir complicaciones, en las que viven con pacientes de alto riesgo o que cuidan de ellos.
La OMS recomienda la vacunación anual (por orden de prioridad) en:
- Personas que viven en residencias asistidas (ancianos o discapacitados).
- Ancianos.
- Personas con enfermedades crónicas.
- Otros grupos: embarazadas, profesionales sanitarios, trabajadores con funciones sociales esenciales y niños de 6 meses a 2 años.