"Durante mucho tiempo, los médicos nos hemos dedicado a tratar la enfermedad cancerosa en el niño, pero no nos hemos ocupado de la atención integral del niño desde el punto de vista de su personalidad o sus características. Afortunadamente, esto está cambiando. Los médicos debemos poner el foco en realizar una atención integral humanizada del niño, que no solamente consista en aplicar la mejor radioterapia, quimioterapia o cirugía, sino también en trabajar el aspecto biopsicosocial del paciente, como es el juego, la educación o el deporte", defiende el Dr. Luis Madero, jefe de servicio de Oncología Infantil del Hospital Niño Jesús y presidente del Consejo Asesor del grupo educativo metrodora, líder en España en formación en salud y deporte.
Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer Infantil, el Dr. Madero insiste en la importancia de la "humanización" del tratamiento en oncología infantil, teniendo en cuenta aspectos relevantes como las circunstancias del niño y desde la tolerancia cero con cualquier tipo de dolor. "Hay que poner al niño en el epicentro de toda la mejora del cáncer aplicándole todos los aspectos sociales", afirma.
En esta misma línea, el doctor explica que "el cáncer infantil es una enfermedad familiar: cuando un niño enferma, enferma toda la familia (el padre o la madre dejan de trabajar, los hermanos quedan afectados por las diferencias biopsicológicas que se producen en unos hermanos respecto a los otros, etc.)". En este aspecto, el doctor señala uno de los mayores logros en los últimos años: la excedencia laboral a la que hoy en día pueden optar todos los padres para el cuidado de los niños con cáncer.
Asimismo, una de las grandes diferencias con los pacientes adultos es que el porcentaje de curación es mucho mayor: en España, más del 80 % de los pacientes con cáncer infantil se cura, y "aunque todavía está lejos de las supervivencias de muchas patologías que están alrededor del 90 %", indica, "es mucho mayor que en adultos (60 %). Esto se debe a que el organismo del niño comporta una mejor respuesta, por tanto, la supervivencia entre niños y adultos no es comparable".
Aunque el porcentaje de curación sea elevado, el especialista destaca que no debemos olvidar que "a los niños hay que curarlos, pero hay que curarlos bien porque van a vivir después muchos años y tienen que poder hacerlo con la mejor calidad de vida. Los médicos tenemos que utilizar procedimientos que tengan la mayor seguridad para que proporcionen las menores secuelas posibles". Por lo general, un 60 % de los supervivientes podrían tener secuelas. En este sentido, el doctor pone en valor la protonterapia: "Para que un niño se cure bien, necesita utilizar procedimientos que tengan las menores secuelas, y en ese sentido la protonterapia tiene muchísimos menos efectos secundarios que la terapia de fotones convencional".
Por cada 200 adultos con cáncer hay un cáncer pediátrico, esta diferencia de incidencia implica que la investigación no sea equiparable en ambos segmentos. "Cada vez se va incorporando más innovación tecnológica para el diagnóstico y tratamiento de los niños con cáncer, como la medicina personalizada, lo cual reduce las distancias con la investigación en adultos", apunta.
En relación con la inteligencia artificial aplicada a la investigación, detalla que "los expertos deben solucionar los problemas de la mayoría de la población, por lo que invierten más recursos en el estudio de otros cánceres que son más frecuentes. Este es el motivo por el que aparecen antes los algoritmos de inteligencia artificial para el diagnóstico o tratamiento del cáncer de mama, por ejemplo, que para el cáncer infantil". Por ello, "prácticamente la inteligencia artificial en oncología pediátrica no ha empezado, pero estamos trabajando más en esto: estamos elaborando bases de datos para construir algoritmos que se puedan verificar con la inteligencia artificial, que sería el primer paso para conseguir mejorar en el diagnóstico y garantizar un tratamiento más adecuado".
Finalmente, el Dr. Madero argumenta que "a diferencia de la patología adulta, en la que sí se observa un aumento de la incidencia debido a factores como el envejecimiento de la población o la mayor exposición a antígenos cancerígenos, en los niños no hay un incremento evidente de la misma".