La colocación de un stent en el uréter, eficaz en la reversión de su estrechamiento debido a cirugía o radioterapia en pacientes oncológicos

La alternativa a este stent es un catéter doble J, un dispositivo eficaz, pero que es necesario cambiar cada 6-8 meses y que puede provocar unos efectos secundarios que reducen la calidad de vida de los pacientes

Uno de los principales efectos secundarios del tratamiento con cirugía o radioterapia en pacientes con tumores ginecológicos, como ovario o útero, es la estenosis ureteral; es decir, el estrechamiento del uréter, que es el conducto encargado del transporte de la orina desde el riñón hasta la vejiga. Al estrecharse este conducto, el riñón no vacía bien la orina, que se acumula en este órgano y puede provocar insuficiencia renal.

Para los pacientes oncológicos, tener una insuficiencia renal puede significar no poder recibir la dosis completa de quimioterapia necesaria para su enfermedad, con la consiguiente pérdida de eficacia de este tratamiento. "Como el riñón no funciona bien, los pacientes no son capaces de eliminar todo el agente quimioterápico y es necesario bajar la dosis para evitar la toxicidad", subraya el doctor Fernando Lista, jefe de la Sección de Endourología de MD Anderson Cancer Center Madrid.

Para no llegar a esta situación, el procedimiento habitual en pacientes oncológicos es la colocación de un catéter doble J, un dispositivo que "está en contacto tanto con el riñón como con la vejiga y que, por ello, en ocasiones puede provocar sangre en orina y dolor intenso", explica el doctor Lista.

Ante estos síntomas, responsables de una reducción importante de la calidad de vida, el doctor Lista apunta a que existe una alternativa: "la colocación de un stent (una especie de muelle) en el uréter, tal y como cuando se coloca un stent en el corazón para prevenir un infarto". De hecho, "el mecanismo y objetivo de ambos stent es el mismo: expandir y dilatar la zona para dejar que pase la sangre o la orina", indica.

Otra ventaja del stent frente al catéter es que no es necesario cambiarlo una vez que ya esté colocado. En el caso del catéter, sin embargo, sí es necesario cambiar el dispositivo cada 6-8 meses aproximadamente, dependiendo del tipo de pacientes y del grado de estenosis.

Debido a sus importantes ventajas, este procedimiento ya se empleaba en pacientes con estenosis ureteral congénita, pero hasta ahora no se utilizaba en pacientes oncológicos. "Existían dudas acerca de si el stent iba a ser igual de eficaz en pacientes oncológicos con estenosis ureteral secundaria a cirugía y radioterapia que en pacientes con este problema de forma congénita, pero los resultados en la práctica clínica están siendo muy buenos", asegura este profesional.

Se trata por tanto de una muy buena noticia para los pacientes oncológicos, ya que se ahorran pasar por quirófano cada cierto tiempo para el cambio de catéter, con la ventaja que supone ahorrar visitas al hospital a una persona que pasa mucha parte de su vida en un centro hospitalario. Asimismo, como apunta el doctor Lista, "para cuadrar una intervención en un paciente oncológico, hay que revisar que no tenga agendada una dosis de quimioterapia, que en ese momento no esté bajo de defensas, etcétera, lo cual complica todo aún más". En el caso de un paciente oncológico que ya tenga un catéter colocado, es posible realizar el cambio y colocar un stent en lugar del catéter sin ningún problema.

Cáncer y estenosis ureteral

La cirugía y la radioterapia son las principales causas de la estenosis ureteral en pacientes oncológicos, si bien también es posible que se produzca por presión de una masa tumoral en el uréter como es el caso, por ejemplo, del linfoma retroperitoneal. En el caso de la cirugía, explica el doctor Lista, el problema es la cicatrización de los tejidos. "Al ser un conducto tan fino, la cicatrización del tejido tras cirugía puede provocar fibrosis y de ahí estenosis, de forma que el conducto se vuelve rígido y no realiza su movimiento normal", apunta el doctor Lista.

En el caso de la radioterapia, la estenosis se produce debido al envejecimiento prematuro de la zona. "Al radiar el tejido, este envejece de forma precoz y se vuelve más fibroso, más duro y pierde elasticidad como si el tejido pasara de tener 20 a 40 años", detalla este profesional que señala que la aparición de este problema es bastante común a largo plazo en la mayoría de estos pacientes oncológicos.

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