Los problemas éticos y morales están, prácticamente, en todos los ámbitos de la vida. Y la medicina no escapa a ellos, afectando a muchas situaciones diarias a las que se enfrentan los profesionales médicos. Los expertos en este campo señalan que el principal reto que existe por delante en este sentido consiste en explorar de manera sistemática e incorporar de forma efectiva en la toma de decisiones los objetivos, preferencias y valores de los pacientes.
"En muchas ocasiones, los médicos decimos que tenemos en cuenta la opinión del paciente, pero a veces no disponemos de los medios necesarios para saber sus preferencias, ni registrarlas en la historia clínica. Por ello, es importante que lo incorporemos realmente en nuestra valoración diaria con los pacientes", ha señalado el doctor Diego Real de Asúa, coordinador del Grupo de Trabajo de Bioética de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Así se ha puesto de manifiesto durante la reunión de Grupos de Trabajo de Bioética de la SEMI, celebrada en Madrid los días 14 y 15 de junio. A ella han asistido cerca de un centenar de profesionales con intereses similares pero de formaciones y trayectorias profesionales variopintas: sociedades científicas de pediatría, de reproducción, de genética, etc.; con el objetivo de poner en común sus perspectivas sobre conflictos éticos que les afectan en su práctica clínica.
Uno de los temas que se han abordado en la reunión es el uso de las tecnologías y las redes sociales en el ámbito médico. Estas han planteado nuevas preguntas a viejos problemas éticos, como la preservación de la confidencialidad. De hecho, ya se conocen casos "de ruptura de la confidencialidad a través de redes sociales, al publicar comentarios o fotos que involucran a pacientes", ha explicado el especialista.
También con la proliferación de las aplicaciones móviles que sirven para el autocuidado (por ejemplo, que monitorizan la actividad física o controlan la glucemia) se comparten datos de forma no totalmente controlada y con empresas cuyos fines pueden no ir dirigidos a promover la salud de los pacientes.
"Es una situación que no depende solo del paciente y del profesional médico, sino también de otros muchos agentes, lo cual conlleva un problema no solo relacionado con la confidencialidad, sino también con los límites de la vida pública y privada de una persona. En la actualidad, no hay unos límites establecidos ni una conciencia social muy evidente sobre ello, y las sociedades científicas deben posicionarse sobre cuáles serían esos límites, al menos desde el punto de vista del profesional médico", ha afirmado el doctor.
Contención farmacológica
La contención mecánica o farmacológica intenta que pacientes desorientados, agitados o confundidos no puedan hacerse daño ni hacer daño a otros, poniendo límites a la movilidad física de los pacientes de forma intencionada o controlando sus movimientos mediante la utilización de los fármacos adecuados.
En este sentido esta contención farmacológica "busca en todo momento la seguridad del paciente, pero puede provocar efectos contrarios a los pretendidos. Por ello, se está haciendo una revisión muy crítica acerca de las indicaciones y los principios que deben guiar el uso de las contenciones y los profesionales sanitarios debemos ser muy cautos a la hora de prescribirlas y rigurosos para valorar el momento de su retirada", ha comentado el experto.
Equilibrio entre la visión de pacientes y profesionales
En las jornadas se ha abordado cómo ha cambiado el equilibrio en la relación médico paciente, de una relación vertical a una más horizontal y de simetría, y cómo el proceso de consentimiento continúa presentando problemas éticos de calado, que generan estrés moral en los profesionales.
"Todavía hoy existen diferencias, ya que los países mediterráneos somos más paternalistas mientras que los anglosajones son más individualistas. Pero el objetivo común que debemos tener es encontrar el equilibrio donde médico y paciente busquen la mejor opción teniendo en cuenta las preferencias del paciente", ha asegurado el doctor.