La denominada "nueva normalidad" derivada de la pandemia mundial por COVID-19 está siendo protagonizada, como los últimos meses, por el empleo de mascarillas, guantes y otro tipo de material sanitario de protección. Si bien hasta la fecha se trataba de elementos solo presentes en hospitales u otro tipo de centros sanitarios, ahora son complementos empleados por el conjunto de la sociedad, tal es así que ya en febrero, con las primeras cifras de afectados, la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar) anunció un incremento de un 10.000% en la venta de mascarillas.
El material sanitario cuenta con una normativa específica en cuanto a desecho y reciclaje que habitualmente es aplicado por los propios centros médicos, ya que una mala gestión de estos residuos puede desembocar en infecciones u otro tipo de efectos tóxicos. En este sentido, es preciso que, junto al aumento del uso de, por ejemplo, mascarillas en los hogares, se conozca el procedimiento concreto para tirarlas.
Así, según el Ministerio de Sanidad de España, tanto mascarillas como guantes, deberían desecharse en el contenedor de restos, junto a, por ejemplo, pañales, compresas, colillas o polvo.
Según un estudio de la organización de conservación de medio ambiente WWF se calcula que, si el 1% de las mascarillas que se utilizan se desecharan mal, terminaríamos teniendo 10 millones de mascarillas al mes contaminando el medio ambiente. Para evitar esta situación, han puesto en marcha una campaña de concienciación sobre la importancia de conservar una #NaturalezaSinPlásticos abierta a personas preocupadas por esta nueva forma de contaminación.
Catherine Cummings, directora de RSC de Sanitas destaca: "En los últimos meses ha habido un repunte en el uso de mascarillas y guantes necesario para proteger nuestra salud y evitar contagios. Sin embargo, el desecho irresponsable de los mismos puede dañar el medio ambiente y perjudicar la salud del planeta, lo que finalmente acabará perjudicando también nuestra propia salud".
En este sentido, WWF nos recuerda que la biodiversidad posee un importante rol protector de la salud y es clave para frenar las zoonosis, es decir, las enfermedades infecciosas de origen animal que, como la COVID-19, suponen una gran amenaza para los seres humanos. El 70% de las pandemias tienen su origen en la destrucción de la diversidad animal y vegetal. En hábitats bien conservados virus y bacterias se distribuyen entre las distintas especies con un menor impacto para el ser humano.
"Además, respecto a la gestión adecuada de guantes y mascarillas una vez usados, debemos tener cuidado especialmente si pertenecen a una persona contagiada por COVID-19 o está bajo vigilancia por contacto próximo de COVID-19. De lo contrario, pueden suponer un riesgo de contagio para los demás. Por eso, como medida extra, hay que desecharlos en una bolsa separada, se recomienda emplear un cubo de basura específico para aislar al máximo los elementos contagiosos y proteger así la salud del resto de la familia", explica la doctora Rosana Rouco, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Sanitas CIMA.