La mitad de las mujeres con incontinencia urinaria rechaza la actividad sexual

El 50% de las mujeres con problemas de incontinencia urinaria rechaza la actividad sexual, según los datos que maneja el Instituto Indas. La falta de control voluntario de la orina durante el sexo genera vergüenza e inseguridad en la mujer, lo que conlleva un impacto negativo en el plano emocional y relacional de la paciente.

Según explican los expertos del Instituto Indas, cualquier alteración fisiológica tiene un efecto directo sobre quien la padece y, en el caso de los pacientes con incontinencia urinaria, se genera un problema higiénico y social que incide indirectamente sobre su situación familiar, laboral y sexual.

"La Incontinencia Urinaria (IU) y los prolapsos hacen que la mujer se infravalore y se sienta insegura porque reduce su autoestima y la convierte en una persona retraída, alterando así su comunicación afectiva y llegando a bloquear su respuesta por la ansiedad sexual que le genera este problema" explica el doctor Eduardo Martínez Agulló, coordinador del Comité de Expertos del Instituto Indas. De hecho, apunta este especialista, diversos estudios demuestran que las personas con IU registran una tasa significativamente más alta de depresión, tristeza y sensación de soledad.

Recuperar la normalidad funcional: Un considerable número de mujer es con incontinencia urinaria sufren pérdidas de orina durante su actividad sexual, ya sea durante el coito, el orgasmo o post-orgasmo. La posición (decúbito supino), la replección vesical, el incremento de la presión abdominal, el estímulo clitorideo o el orgasmo pueden ser los desencadenantes de las pérdidas. Pese a todo, desde el Instituto Indas se subraya que son muy pocas las mujeres que consultan a su médico por vergüenza o pudor.

"No podemos afirmar que con la recuperación de la continencia la sexualidad mejore siempre, puesto que estaríamos confundiendo sexualidad con genitalidad", asegura el doctor Martínez Agulló. Sin embargo, el tratamiento de la patología –ya sea con fármacos, cirugía o con unos sencillos ejercicios de suelo pélvico– permiten al paciente normalizar la función fisiológica y, en consecuencia, mejorar su calidad de vida.

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