La prescripción de corticoides sistémicos es mucho mayor de lo recomendado y su uso aumenta cada año

El asma es una de las enfermedades crónicas más comunes en el mundo. Se calcula que alrededor de 340 millones de personas la padecen. En un ataque de asma, las vías respiratorias pueden inflamarse y estrecharse. Por sus propiedades antiinflamatorias, así como por su acción rápida e intensa, las guías médicas recomiendan corticoides sistémicos, un tipo de fármaco dirigido al tratamiento a corto plazo de exacerbaciones de asma graves, o como terapia de mantenimiento adicional en pacientes con enfermedad grave que no responden a corticoides inhalados de mantenimiento en dosis altas. De acuerdo a dichas guías médicas, los corticoides sistémicos deben restringirse a aproximadamente el 10% de los pacientes con enfermedad grave, dado que su uso se asocia a un mayor número de efectos adversos en la práctica clínica.

Nuevas investigaciones científicas recién publicadas por investigadores españoles en la revista The Journal of Investigational Allergology and Clinical Immunology, han evidenciado el uso excesivo de corticoides en el tratamiento del asma bronquial, especialmente en los servicios médicos de atención primaria. En todo el mundo, los corticoides sistémicos se utilizan con mucha más frecuencia de lo recomendado. Y en el marco de la investigación, titulada Corticoides sistémicos en pacientes con asma bronquial: un estudio de la vida real, casi 283 millones de documentos procedentes de historias clínicas electrónicas de 2,7 millones de pacientes de la red sanitaria de Castilla-La Mancha (SESCAM) han sido analizados de forma anonimizada con tecnologías de procesamiento del lenguaje natural y aprendizaje automático para mejorar el conocimiento de la enfermedad.

Según los investigadores, la amplia muestra de pacientes utilizada, que incluye a más de 100.000 diagnosticados y tratados por asma bronquial, hace extensibles los resultados obtenidos al conjunto de la población española, donde los asmáticos graves ascienden a casi el 4% de las personas que sufren esa enfermedad. Por edades, los síntomas del asma bronquial los padecen el 14% de los niños y el 8,6% de la población adulta de España. "La única manera de determinar la situación real de esta enfermedad y el consumo de corticoides sistémicos es analizando al conjunto de la población, como en esta investigación", asegura su autor principal, el doctor José Luis Izquierdo, jefe de Neumología del Hospital de Guadalajara y director de la cátedra sobre enfermedades inflamatorias de las vías aéreas de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). En el estudio ha participado además Carlos Almonacid, jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Toledo, junto con investigadores del Departamento de Alergología del Hospital Ramón y Cajal, y de Medicina Respiratoria del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, además de la empresa clínica Savana.

La investigación es representativa del manejo del asma bronquial en la población asmática adulta. El período de estudio fue del 1 de enero de 2015 al 31 de diciembre de 2019, y se evaluó de manera global, con cortes anuales posteriores, lo que permitió conocer no solo la situación de la enfermedad durante este período, sino también cómo ha ido progresando cada año. Se excluyó el 2020 por la distorsión generada por la pandemia del coronavirus. Los resultados han confirmado la necesidad de implementar medidas para reducir la prescripción de corticoides sistémicos a pacientes con esa enfermedad.

Durante el periodo de estudio, 103.667 pacientes (el 59,8% eran mujeres) fueron diagnosticados y tratados de asma en los diferentes niveles asistenciales. Más de la mitad, 58.745, había tomado corticoides sistémicos en algún momento para el tratamiento de la enfermedad. El perfil del paciente era de mayor edad (una media de 48 años), con mayor prevalencia de hipertensión, dislipidemia, diabetes, obesidad, depresión y hernia de hiato. El objetivo del estudio fue determinar el consumo de corticoides sistémicos en todos los pacientes asmáticos atendidos en la comunidad de Castilla-La Mancha, independientemente de la gravedad de la enfermedad, utilizando herramientas de análisis de Big Data y sistemas de inteligencia artificial. Se creó una base de datos de pacientes totalmente disociada y anonimizada, de modo que todos los informes del estudio contenían solo datos agregados y no era posible identificar a los pacientes ni a los médicos.

El asma bronquial es una enfermedad que se caracteriza por una obstrucción de las vías aéreas, que puede hacerse permanente si no se trata adecuadamente. Sus síntomas más comunes son sibilancias, tos y disnea o sensación de ahogo. La investigación consistió en un estudio observacional y retrospectivo basado en datos secundarios capturados en texto libre de historias clínicas electrónicas. Para el análisis se utilizaron herramientas de Big Data e Inteligencia Artificial (IA) a través de la plataforma de la mencionada compañía clínica. Esta tecnología de analítica "inteligente" de millones de datos es ya una realidad en el sector de la salud, especialmente para la gestión y recuperación de datos complejos generados de forma masiva a partir de historias clínicas electrónicas. Aunque la mayor parte de la información contenida en los registros médicos computarizados está en texto libre no estructurado, ya es posible su procesamiento en tiempo real mediante IA. La tecnología utilizada permite leer, procesar y ordenar texto libre no estructurado de registros médicos. Una vez que se completa el proceso, la información se convierte en datos estructurados, que se pueden almacenar, consultar y analizar fácil y rápidamente con fines de investigación.

Según los resultados del estudio, los corticoides sistémicos se utilizan habitualmente para tratar el asma, con una frecuencia acumulada en las prescripciones que aumenta progresivamente cada año, y que ha pasado del 31,4% en 2015 al 39,6% en 2019. De acuerdo a las cifras, el porcentaje de pacientes que en el período de estudio ha tomado corticoides sistémicos no ha sido en ningún momento inferior al 15%. Estos medicamentos se prescribieron principalmente en servicios de atención primaria (59%), con un uso muy elevado, y con mucha menos frecuencia en los departamentos de alergia (13%) y neumología (20%). Aunque la diferencia entre alergia y neumología puede explicarse por diferencias en la edad y el perfil de los pacientes, no se ha podido explicar el uso generalizado en atención primaria. En cuanto a los principales efectos secundarios, algo más del 10% de los pacientes que recibieron corticoides sistémicos desarrollaron osteoporosis, frente al 2,5% que la padeció sin haberlos tomado. En el caso del glaucoma, los porcentajes fueron el 3,5% y el 1,2% respectivamente en función de la prescripción de corticoides sistémicos o no.

Según Miren Taberna Sanz, MD PhD, Chief Scientific Officer de Savana, "la relevancia clínica del uso de corticoides sistémicos en el asma bronquial hace necesario un análisis detallado de la situación del paciente para no pasar por alto situaciones como un diagnóstico erróneo de la enfermedad, un tratamiento inadecuado, un grado insuficiente de seguimiento del mismo, la coexistencia de comorbilidades o la exposición continuada a factores agravantes del asma. Una evaluación correcta resulta de gran importancia para determinar el uso real de los corticoides sistémicos en el asma bronquial, identificar errores en el manejo clínico y evaluar el uso potencial de otros tratamientos en la práctica clínica".

Además, los estudios actuales están limitados por el hecho de que es imposible evitar el sesgo en la selección de pacientes y rara vez se incluye en los mismos a ese gran porcentaje de pacientes atendidos por médicos poco avezados que no siempre realizan un diagnóstico y tratamiento adecuados de esta enfermedad. La única manera de determinar la situación real del asma bronquial y del consumo de corticoides sistémicos es analizando al conjunto de la población, un reto ya posible gracias a la colaboración de la comunidad científico-médica, de la mano de las nuevas tecnologías de analítica masiva de datos que aportan nuevas evidencias clínicas de gran relevancia de la enfermedad.

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