El Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) ha resaltado que la primavera es una de las épocas más complicadas para la salud de los pies. Una de las principales causas es que, debido a que el clima puede ser unos días más fresco y otros bastante calurosos, saltamos con mucha frecuencia de un calzado cerrado a otro abierto y, en muchas ocasiones, no suele escogerse el más adecuado.
"En invierno el pie está habituado al calzado cerrado y en verano a otro más ligero y abierto. El problema de la primavera es que venimos de utilizar un calzado cerrado que confiere buena sujeción al pie a, de repente, sacar las sandalias del año anterior porque ha salido un día de mucho calor. Este simple acto espontáneo, hace que nos pongamos ese día un calzado que a lo mejor no hemos evaluado si su suela y plantilla se encuentran en buen estado y, además, que alternemos mucho de calzado sujeto a otro que suele serlo poco o nada", ha explicado Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del Colegio.
"Esto genera un impacto y un estrés en los pies y en su piel. De ahí que nos encontremos con numerosos casos de talalgias, tendinitis y fascitis y, por supuesto, los daños en la pie por ampollas y laceraciones son muy abundantes. A estos últimos, las personas no suelen darles mucha importancia, pero hay que tener en cuenta que en población vulnerable con problemas de cicatrización como diabéticos o tercera edad, pueden convertirse en un riesgo grave para su salud general".
Desde el ICOPCV se ha recomendado que, para proteger la salud de los pies en primavera:
- Se haga una visita al podólogo para revisar el estado de los pies: su hidratación, retirar hiperqueratosis y recibir asesoramiento sobre el calzado más adecuado en la nueva estación para evitar futuros problemas. Además, valorará el estado de las uñas, realizará un corte y fresado adecuado
- En relación al uso de esmalte de uñas, lo aconsejable es no utilizar esmaltes permanentes, retirarlo cada 7-10 días y dejar 24-48 horas las láminas ungueales sin esmaltar. De esta forma, se evitará padecer en otoño hongos en las uñas
- Revisar el estado del calzado de primavera verano del año anterior: comprobar el exterior del mismo pero también cómo está su interior y el estado de la suela
- No realizar la transición de forma brusca: no hay que pasar del calzado completamente cerrado con suela gruesa a una sandalia plana directamente porque este cambio tan abrupto puede ser causante de fascitis plantar o tendinitis aquíleas. El calzado nuevo que incorporamos ha de tener una suela con un grosor apropiado y cintas de sujeción tanto en la zona del empeine como en la zona del tobillo
- Elegir un calzado fabricado en materiales transpirables: para que los pies se encuentren cómodos y sin humedad producida por el sudor, que es una de las causas que pueden propiciar la aparición de hongos
- El material también ha de ser flexible para evitar rozaduras o ampollas
- Los pies deben lavarse a diario, hemos de secarlos minuciosamente e hidratarlos correctamente, además de aplicarles protección solar para evitar quemaduras solares si se llevan expuestos