La Navidad es una época del año asociada a vacaciones, diversión, reuniones familiares, pero, en muchos casos, esta situación se revierte por la aparición de cuadros de estrés y ansiedad. "La preocupación por las compras, los gastos excesivos, la acumulación de compromisos sociales y la falta de rutinas diarias pueden ser desencadenantes de un estado emocional afectado". Así lo afirma Begoña Sánchez Orduña, psicóloga clínica del hospital Vithas Vitoria, que añade que la peor parte se la llevan las mujeres, que sufren el doble de estrés que los hombres. Esto se debe a que las mujeres son socializadas a través de modelos y estereotipos en los que el cuidado de los demás, lo doméstico y los detalles, se constituyen como ideales y expectativas propias.
En este sentido, y para evitar males mayores, conviene llevar a cabo una planificación de todas las tareas pendientes de realizar para evitar los agobios y las prisas de última hora. "La organización es el primer paso; se pueden elaborar listas de compras y regalos, siempre atendiendo a presupuestos realistas".
En cuanto a los compromisos sociales, muy habituales en estas fechas, la recomendación profesional pasa por aceptar que el día sólo tienen 24 horas y hemos de ser conscientes de hasta dónde podemos llegar. Asimismo, Begoña Sánchez hace especial hincapié en la necesidad de bajar el ritmo o pedir ayuda en cuanto identifiquemos las primeras señales de estrés o ansiedad.
Equilibrio entre el cuidado personal y el de los demás
Reservar un espacio de cuidado propio y personal es importante para obtener determinados tiempos de desconexión. La clave es buscar el equilibrio entre actividad y descanso, entre actividades placenteras y obligaciones o tareas poco satisfactorias.
Como afirma la psicóloga, "cuando actuamos siguiendo lo que nos imponemos, lo que pensamos que se espera de nosotros, es necesario plantearse si existen otras alternativas. Actuar con mayor flexibilidad y capacidad de adaptación puede ser una buena herramienta para hacer frente a este tipo de situaciones". También es fundamental distinguir lo accesorio de lo más importante y centrarnos en disfrutar de la compañía de las personas con las que compartimos reuniones.
En definitiva, la clave para vivir una Navidad sin estrés está en apostar por el equilibrio entre el cuidado propio y el de los demás, el sentido común y la flexibilidad.