Las clasificaciones internacionales agrupan los eventos traumáticos en dos categorías. Por un lado, estarían aquellos sucesos en los que una persona teme por su vida o por la de sus allegados como guerras o catástrofes naturales, etc. Por otro, de consideración más reciente como tales, aquellos eventos adversos que una persona va sufriendo durante su vida y que, a lo largo de la misma, pueden generar el desarrollo de patologías como un trastorno de estrés agudo o de estrés postraumático: entre otros, divorcios y separaciones, acoso laboral o escolar, diagnóstico de enfermedades crónicas o terminales, abusos en la infancia o violencia de género.
"Los abusos sexuales, los abusos en la infancia y la violencia de género son los eventos traumáticos que más se correlacionan con el desarrollo de trastornos por uso de sustancias y otros trastornos mentales, sobre todo en las mujeres", afirmó ayer la doctora Lara Grau, psiquiatra del Hospital Universitari de la Vall d'Hebron de Barcelona, en su ponencia Antecedentes de trauma en mujeres con patología dual, enmarcada en el programa de las XVI Jornadas de Género y Patología Dual, organizadas por la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) y la Fundación de Patología Dual con la colaboración de la Societat Catalana de Psiquiatria y Salut Mental, que reunieron en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona a más de 250 psiquiatras, psicólogos y profesionales sanitarios vinculados al ámbito de la salud mental.
También, según la experta, tienen mucha influencia en el desarrollo de estos trastornos el número de eventos traumáticos a los que se enfrenta una persona. "Al final hay personas que cargan con muchos eventos traumáticos en sus vidas: han podido sufrir abuso sexual, luego un accidente de tráfico, después la muerte inesperada del padre o la madre, un diagnóstico de cáncer, etc.", explicó Grau, que destacó que también aquí las mujeres salen peor paradas al presentar un mayor riesgo de revictimización: "Los hombres tienen más antecedentes de trauma, pero menos tendencia a la revictimización que las mujeres, que suelen enganchar con más facilidad eventos traumáticos. Por ejemplo, una mujer que haya sufrido violencia en el ámbito de la pareja es más probable que vuelva a iniciar una relación con otro maltratador".
Más probabilidad de sufrir trastornos por consumo de sustancias y mentales
Según explicó durante su ponencia la doctora Grau, la evidencia científica demuestra que los sucesos traumáticos tienen un "elevado potencial" para generar trastornos psiquiátricos y trastornos por consumo de sustancias, especialmente en el caso de las mujeres. De hecho, según los datos aportados por la psiquiatra, la prevalencia de eventos traumáticos en la población general es de entre el 6% y el 33%. Sin embargo, en el caso de mujeres que presentan patología dual, que designa la condición clínica de la coexistencia de una adicción y otro trastorno mental, la prevalencia aumenta exponencialmente hasta situarse entre el 50% y el 80%. "Al final, son mujeres vulnerables a sufrir trastornos mentales, lo que les lleva en muchas ocasiones a tener un trastorno por consumo de sustancias, algo que aumenta a su vez las probabilidades de vivir eventos traumáticos", reflexionó la experta.
Los datos de un estudio realizado hace unos años por el mencionado hospital sobre patología dual en mujeres que han sufrido traumas, añadió Grau, demuestran también que las mujeres que han sufrido algún trauma tienen más posibilidades de sufrir un trastorno por uso de sustancias y otros trastornos mentales que los hombres. "Una mujer que ha tenido un trauma o que ha acumulado una serie de eventos adversos en su vida tiene más probabilidad de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol y de cocaína que un hombre. También otros trastornos mentales como cuadros de ansiedad, depresión mayor y rasgos disfuncionales de personalidad, destacando el trastorno límite de personalidad", informó la psiquiatra, que considera que estas diferencias se deben a múltiples factores, desde el dimorfismo sexual del cerebro, pasando por las diferencias hormonales, que podrían explicar una mayor vulnerabilidad de las mujeres, hasta la citada mayor revictimización como factor sociocultural.