En España, los tumores cerebrales primarios presentan en adultos una incidencia relativamente baja (8,73 casos por 100.000 habitantes en varones y 5,41 casos por 100.000 habitantes en mujeres), representando un 2% del total de cáncer en el adulto. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), coincidiendo con la conmemoración mañana 8 de junio, del Día Internacional de los Tumores Cerebrales, resalta que aunque queda mucho camino por recorrer, en las últimas décadas, los avances en los tratamientos locales como las nuevas técnicas quirúrgicas, de neuroimagen o la radioterapia, así como en el tratamiento sistémico han minimizado las secuelas y han hecho que la supervivencia a los cinco años del diagnóstico, haya pasado del 24% a más del 35% en la actualidad, según datos de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO).
Es decir, se ha producido una ganancia de supervivencia de más del 10% en términos absolutos, que quizá puede parecer insignificante año a año, pero si consideramos que cada doce meses se diagnostican en España más de 3.500 casos de estos tumores, el número de pacientes que se beneficia de las mejoras en el tratamiento puede ser significativo.
En los últimos años también se ha descrito de forma muy exacta los mecanismos moleculares por los que se generan y crecen los tumores cerebrales. De hecho, la clasificación de los tumores desde 2016 incorporó biomarcadores moleculares junto con las características histológicas con el fin de definir distintos subtipos de tumores con la mayor precisión posible.
La quinta edición de esta clasificación, publicada en el año 2021, introduce cambios importantes que promueven el papel del diagnóstico molecular en la clasificación de los tumores del sistema nervioso central. Esta evolución permite que se diseñen mejores tratamientos que puedan dirigirse a las causas fundamentales del tumor.
En el Congreso de la Sociedad Americana de Oncología en 2014 se presentaron los datos del estudio RTOG 9802 en pacientes con gliomas de bajo grado, demostrando la superioridad de la administración de radioterapia en combinación con quimioterapia (régimen PCV) frente a la radioterapia sola. Y, en la edición de este año, se han presentado los resultados prometedores del estudio INDIGO con vorasidenib, en pacientes con gliomas de bajo grado con enfermedad residual o recurrente y mutación en IDH1/2, y que puede suponer un cambio de paradigma en el tratamiento de estos pacientes.
Muchos de estos avances cuando son presentados de forma aislada parecen tener una escasa relevancia, pero sumados entre sí han cambiado la vida de muchos pacientes. Por lo tanto, es necesario que, aquellos progresos, por pequeños que sean, que muestran beneficios significativos para los enfermos, se incorporen de manera equitativa para todos los individuos, y que el acceso al mejor tratamiento para su enfermedad sea universal, porque como ya hemos visto, los pequeños avances, tomados de forma conjunta son relevantes.