Los más de 4.000.000 de parados que hay en España (datos de agosto 2015) tienen un 2,2% más de posibilidades de sufrir síndrome posvacacional. Este colectivo ve cómo aumenta su frustración y presión ante la vuelta a la rutina y el masivo movimiento de empleados en dirección a sus respectivos puestos laborales. La situación puede provocar en el parado un estrés que afecte a su salud. El parado, además, tienen más de un 2% de posibilidades de sufrir un trastorno depresivo y más de 1,5% de posibilidades de consumir sustancias estupefacientes, según la SEAS (Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés). A pesar de ello, los trabajadores menores de 45 años y aquellos que sufren acoso laboral "son un colectivo especialmente vulnerable ante el síndrome posvacacional", explica el psiquiatra de la Clínica Sagrada Familia Alfonso Sanz. Datos de Francia indican que esta "ligera depresión" afecta alrededor del 35% de los adultos jóvenes en su regreso de las vacaciones.
Si bien no se trata de una enfermedad reconocida internacionalmente, lo cierto es que el estrés posvacacional es una situación de reacción de adaptación, explica Sanz. "Cuerpo y mente hacen un esfuerzo para volver a lo cotidiano", detalla el doctor y añade que "normalmente aparece si durante el periodo estival no hemos cuidado nuestros hábitos dietéticos y de descanso".
El psiquiatra de la Clínica Sagrada Familia considera que "somos una sociedad poco concienciada y muy poco constante", motivo por el cual hay una alta incidencia de esta dolencia. En este sentido, la incidencia de este síndrome es mayor porque durante la época estival no se han llevado a cabo una serie de pautas con respecto al descanso, la práctica de ejercicio físico, una alimentación adecuada y con una marcada presencia de antioxidantes (como frutos rojos, frutos secos y brócoli, por ejemplo) y una fase de adaptación antes de finalizar las vacaciones.
Los síntomas remiten de forma natural en el 50% de los casos
Los síntomas, que pueden ser físicos (falta de apetito, dolor muscular, trastorno del sueño, fatiga, cansancio, pérdida o aumento del apetito), psíquicos (irritabilidad, falta de interés, apatía, nerviosismo, tristeza o depresión) o de ambos tipos, pueden aparecer unos cuatro o cinco días antes de la vuelta a la rutina y en el 50% de los casos remiten de forma natural, apunta el doctor Sanz.
Los efectos psíquicos afectan no solo al individuo que padece el síndrome, sino también a su entorno. Aquel empresario cuyos empleados sufren estrés posvacacional verá como la productividad de éstos se reduce, así como también su capacidad de concentración queda mermada. Se trata, pues, de una consecuencia económica que proviene de un problema que puede ser evitado con una vida activa y saludable, teniendo que recurrir en ocasiones a medidas paliativas como infusiones y valeriana y, en casos más severos puede ser preciso recurrir a ansiolíticos e hipnóticos y antidepresivos.