La primavera llega pisando fuerte. Las características propias de esta estación, tales como el aumento de las temperaturas, el incremento de las horas de luz o la floración de un gran número de plantas pueden influir positivamente en el estado de ánimo gracias a la secreción de feromonas, oxitocina, dopamina o noradrenalina, pero también es posible que traigan otro tipo de consecuencias menos positivas para la salud y bienestar integral.
"La adaptación del cuerpo a la primavera no se produce de forma similar en todas las personas. Algunas de ellas pueden sufrir un mayor impacto a causa de las alergias, un estado de ánimo más bajo o algunos problemas gastrointestinales, que presentan mayor incidencia durante estos meses" indica la Dra. Marta López Tomás, E-Health Medical Manager de Cigna España.
En este sentido, se identifican algunas pautas para prevenir cinco afecciones ropias de esta estación, así como algunos consejos para combatirlas:
Astenia primaveral. En la aparición de la denominada ‘astenia primaveral' intervienen numerosos factores, como las alteraciones en los ritmos circadianos, modificaciones ambientales, cambios de hábitos relacionados con la llegada del buen tiempo y más horas de luz... Entre sus síntomas, de carácter leve y pasajero, se encuentran el cansancio intenso, los dolores musculares, las alteraciones del sueño, la tristeza, la falta de apetito, la pérdida de peso o los cambios en el ritmo intestinal. En cualquier caso, es importante destacar que no se trata de una enfermedad, sino de una dificultad en el proceso de adaptación de unas condiciones a otras. No hay que confundirlo con el T.A.E. (Trastorno Afectivo Estacional), que sí debe tratarse médicamente.
En este sentido, realizar ejercicio regularmente, hacer actividades al aire libre y dedicar tiempo a la relajación, son algunas de las actividades que pueden actuar como medida preventiva.
Alergia. La primavera trae consigo diminutas partículas de polen que generan síntomas en aproximadamente 8 millones de alérgicos en España, según datos de la SEAIC (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica). La conjuntivitis, la rinitis, la sinusitis y el asma son las afecciones más comunes. Además de seguir el tratamiento prescrito por el médico, es aconsejable purificar el aire del hogar, tratar de mantener las ventanas cerradas y limitar la exposición al aire libre, sobre todo, de 5 a 10 de la mañana y de 19 a 22 de la noche, intervalos de tiempo en los que el polen está más activo.
Afecciones cutáneas. Con la llegada del buen tiempo, los hongos y las bacterias recuperan fuerzas ampliando también su foco de actuación. Además, el incremento de la exposición solar, las alergias típicas de esta estación, y la sequedad que arrastra la epidermis por los meses de frío, requerirán medidas especiales para el cuidado de la piel. Así, para contribuir a la prevención de afecciones cutáneas se recomienda usar fotoprotección solar, utilizar ropa de tejidos naturales como algodón, secarse bien después de la ducha, hidratar la piel, seguir una dieta rica en antioxidantes y optar por cosméticos hipoalergénicos.
Resfriados. Pese a que son más comunes en los meses más fríos, la primavera también es una época propicia para los resfriados, con el riesgo añadido de que su sintomatología se puede confundir con la de la alergia. En el caso del resfriado, los síntomas no suelen durar más de una semana, aparecen de manera progresiva y pueden incluir fiebre, tos y dolores musculares. Para su prevención, al ser causados por infecciones víricas es aconsejable seguir un estilo de vida saludable que favorezca el sistema inmunitario: mejorar la calidad del sueño, hacer ejercicio frecuentemente, reducir los niveles estrés, exponerse a luz solar para favorecer la síntesis de vitamina D y seguir una dieta saludable con alimentos ricos en vitamina C y Zinc.
Infecciones gastrointestinales de origen bacteriano. Otras afecciones de origen bacteriano que proliferan en el equinoccio primaveral son las diarreas y la salmonelosis. El motivo está en el aumento de las temperaturas y la humedad, que contribuyen a la propagación de bacterias en alimentos mal conservados. Por tanto, en esta época del año habrá que prestar especial atención al estado de los alimentos que se ingieren, lavarse bien las manos con agua y jabón antes de consumirlos o prepararos, y apostar por aquellos que ayuden a depurar el organismo y tengan un mayor aporte vitamínico.