Recientes estudios científicos asocian la alteración de las glándulas tiroideas (hipotiroidismo o hipertiroidismo) con un mayor riesgo de arritmias y muerte cardiovascular.
Partiendo de los datos de estos estudios, la Fundación Española del Corazón (FEC) ha querido destacar la importancia del abordaje y la detección precoz de la patología cardiovascular, sobre todo, entre aquellos pacientes que tengan algún tipo de trastorno tiroideo. La FEC recomienda un mayor atención de la patología cardiovascular en aquellos pacientes que presenten alguna alteración de la función tiroidea.
La tiroides es la glándula endocrina que está situada justo arriba de la tráquea y que produce las hormonas tiroideas, encargadas de regular todas las actividades que componen el metabolismo del organismo, incluyendo el ritmo al que late el corazón.
Una tiroides demasiado activa produce más hormonas de las que el cuerpo necesita, proceso que se conoce como hipertiroidismo. En este caso, el exceso de hormona tiroidea puede causar pérdida de peso, aumento de la frecuencia cardiaca, sensibilidad al calor, sudoración excesiva, ansiedad, evacuaciones flojas, irritabilidad, cansancio, debilidad y trastornos en la menstruación.
Por el contrario, una glándula tiroides que no sea lo suficientemente activa desarrolla hipotiroidismo, que puede provocar aumento de peso, fatiga, lentitud, dificultad para lidiar con las bajas temperaturas, debilidad, estreñimiento, depresión, sangrados menstruales abundantes o ronquera.