¿Por qué con el año nuevo todos decimos que vamos a ser mejores personas, que vamos a dejar de fumar o que vamos a empezar a ir al gimnasio? El año nuevo tiene un carácter especial porque es considerado por todos como un hito en el que se acaba una etapa y empieza una nueva y sentimos la necesidad de empezar bien ese nuevo tiempo y queremos mejorar nuestra vida planteándonos varios propósitos.
El problema de estos propósitos es que casi siempre están mal formulados y nacen de los "deberías", que son como mandatos sociales y no vienen de una reflexión interna de cada uno y corresponden en muchos casos a aquello que la sociedad nos dice que debemos ser y por eso los hacemos nuestros. Como nacen de fuera, no nacen de un proceso de reflexión interna. Las motivaciones que vienen de fuera caducan fácil y rápidamente.
Esta reflexión ha sido realizada por Jon Fernández Sánchez, psicólogo del Colegio de Psicología de Bizkaia, ante el año nuevo y los múltiples propósitos que muchas personas se plantearán durante estos últimos días del 2015 y primeros días del 2016. En este sentido, el experto aconseja seguir una serie de pautas sencillas a la hora de plantearse los denominados "propósitos de año nuevo" con el fin de lograr éxito en su consecución y no obtener una fustración:
En primer lugar, los propósitos deben venir de una motivación interna, no marcados por la sociedad. Para que un propósito se cumpla tiene que venir de una motivación interna, que son las más poderosas. Esto se realiza con el planteamiento de unos propósitos que tengan que ver con nuestro momento vital y con una necesidad real, reflexionada y que sea nuestra. Así cambiaremos el "debería adelgazar", por ejemplo, por el "quiero adelgazar". Esa persona se habrá dado cuenta de que tiene que bajar de peso y que tiene que cuidarse, no porque la sociedad se lo marca.
Además, deben estar formulados en el presente y en el día a día porque los propósitos no deben poner el foco en la meta que queremos conseguir. Todos los que se enfoquen en el futuro son difíciles de cumplir. Hay que marcarse fines cortoplacistas que podamos ir desarrollando día a día.
Asimismo, es importante que no estén ligados a unas fechas. Un propósito ha de surgir y no tiene que nacer de una urgencia porque es 1 de enero. Si aparece el 15 de enero o 23 de marzo es igual de legítimo. Cualquier momento del año es bueno para plantearse un propósito.
Por último, es importante que los objetivos sean lógicos y alcanzables. Pueden suponer un esfuerzo pero no deben ser en un ningún caso un sacrificio ni tortura. Los resultados, y el camino que se ha de seguir para lograrlos, deben ser una recompensa para uno mismo.