Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), el 20% de los españoles padecen alergia al polen. La alergia es una reacción desmesurada del organismo frente a sustancias, los alérgenos, que en la mayoría de las personas resultan inofensivas.
Cuando los alérgenos entran en el cuerpo de una persona predispuesta a las alergias, se generan anticuerpos específicos contra ellos. Con el objetivo de combatir ese agente invasor, los anticuerpos liberan a su vez unas sustancias, como la histamina, que son las que producen los síntomas propios de la alergia.
Los procesos crónicos propios de la alergia afectan a la calidad de vida de los pacientes, tanto a nivel físico como psíquico. Es importante que las personas alérgicas sean atendidas por el alergólogo, para que reciban un tratamiento y un diagnóstico adecuado.
La predisposición o riesgo a sufrir una alergia viene determinada por los antecedentes familiares y por algunos factores ambientales, como cambios en la dieta y la nutrición, o infecciones durante los primeros años de vida. Aurora Garre, asesora médica de Cinfa, explica que "la alergia puede tener un componente hereditario, lo que significa que un niño cuyos padres son alérgicos probablemente desarrolle algún tipo de sensibilización, aunque no precisamente al mismo alérgeno que afecta a los padres".
Según confirma la experta, "la alergia no tiene cura pero los síntomas pueden controlarse con la ayuda de un tratamiento médico. Además, la estrategia más eficaz es evitar en la medida de lo posible todo aquello que nos produzca alergia, en este caso, los pólenes alergénicos". En consecuencia, la reacción alérgica se puede sobrellevar mucho mejor cuando se ponen en marcha ciertas medidas higiénicas para evitar ese contacto.