Los trastornos de la conducta alimentaria aumentan progresivamente entre los niños varones

El acceso prematuro a herramientas digitales puede impedir manejarlas de una forma adaptativa

Los trastornos de la conducta alimentaria son uno de los trastornos de salud mental más comunes en la sociedad actual. Se trata de una alteración en el patrón relacional con la comida, manifestándose de diversas formas: reducción de ingestas, conductas compulsivas o compensatorias, pensamientos restrictivos u obsesivos, selección alimentaria, etcétera. En ocasiones, también se manifiestan en estilos relacionales alterados en otras áreas, como la deportiva, con el fin de establecer conductas compensatorias.

El mayor impacto de los trastornos de la conducta alimentaria "está en la población más joven adolescente, especialmente en la figura femenina, pero con un aumento progresivo de los casos en los chicos", advierte Carla Merino, psicóloga de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria de IMQ Amsa. Por este motivo, para llamar la atención sobre este importante problema que afecta en gran medida a menores, la comunidad internacional conmemora cada año el 30 de noviembre como el Día Internacional de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria.

Respecto al origen y a la etiología de estos trastornos, entre los que se encuentran la anorexia y la bulimia, se considera que existen múltiples factores involucrados al respecto, desde cuestiones de orden genético o biológico, hasta aspectos ambientales y personales.

Con respecto a estos últimos, según pone de manifiesto Carla Merino, "desde hace varios años, la demanda social sobre población cada vez más joven va en aumento, con la implicación a su vez del riesgo que esto puede conllevar. La prematuridad de la edad de algunos de los casos que podemos ver, implica no solo una mayor complejidad en su abordaje sanitario, sino también una mayor gravedad del cuadro que presentan, debido a varios motivos, entre ellos, la inmadurez de su propio psiquismo con el que trabajar".

Según destaca la psicóloga, "desde la consulta observamos que las causas pueden tener un origen multifactorial: desde la precocidad o adelantamiento de la fase adolescente, hasta aspectos socioculturales que pueden reflejar una imagen poco realista en mentes que aún no han podido desarrollar un pensamiento crítico, ni una diferencia clara entre la fantasía y la realidad de ciertos aspectos".

La experta también cita un aspecto destacado en las sociedades actuales: el manejo de herramientas digitales a edades cada vez más tempranas. "Esto que puede suponer el acceso a información sin contar con el desarrollo psíquico necesario para poder manejarla de una forma adaptativa. Factores familiares y sociales y las vivencias en torno a la exigencia académica también cuentan, por supuesto, como factores importantes".

Dificultades para el abordaje terapéutico

A la hora de realizar un abordaje terapéutico es "importante" tener estos factores en mente. "Desde nuestro centro y nuestra formación, abordamos el trastorno de las y los pacientes desde un enfoque multidisciplinar, entiendo la conducta alimentaria como un reflejo de un malestar y de un psiquismo que no está pudiendo manejarlo de otra forma".

Estas razones hacen necesario "un abordaje desde el plano psicológico y psiquiátrico, así como una rehabilitación y reeducación nutricional, adaptando las herramientas terapéuticas a la edad y momento evolutivo de los menores, así como cobrando gran protagonismo la atención a las familias en el proceso".

Se trata de personas menores en desarrollo, con toda la complejidad que ello implica, "desde cuestiones de salud orgánica, en donde las deficiencias nutricionales pueden afectar a su desarrollo, hasta cuestiones de orden cognitivo, viéndose afectada su capacidad para sostener de forma adaptativa el plano académico, así como sus relaciones sociales y familiares".

Más casos de los que se tiene constancia

Es "difícil" realizar una estimación aproximada del impacto real de esta patología en la sociedad infantil y juvenil, ya que "probablemente haya más casos de los diagnosticados, registrados y tratados", en parte, porque pueden estar "ocultos" a través de conductas que se han ido normalizando, o de las barreras para su diagnóstico, tanto por la dificultades de los propios niños y jóvenes para poder darse cuenta y ser capaces de expresar las circunstancias que están viviendo, como por los impedimentos a la hora de poder valorar aspectos clínicamente significativos.

Como factores de protección a la hora de recuperarse de un trastorno de estas características, "el diagnóstico y abordaje de una forma temprana es importante, además de contar con una red sociofamiliar que pueda ayudar a sostener al paciente, así como contar con el apoyo del centro educativo que facilite su proceso terapéutico", concluye Merino.

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