Según afirman los expertos de NEUMOSUR, la asociación que aglutina a los neumólogos y cirujanos torácicos de Andalucía, Extremadura, Canarias, Ceuta y Melilla, nadar en piscinas con exceso de cloro puede aumentar las posibilidades de que un niño desarrolle síntomas de asma. Esta probabilidad aumenta cuanto más pequeño sea el niño, más tiempo permanezca en el agua, más agua de la piscina ingiera, menos higiene personal se requiera a la hora de zambullirse y mayor sea la temperatura del agua.
Asma
El riesgo es mayor en los pequeños que acuden de forma regular a la piscina con una edad por debajo de los 6 y los 7 años, dado que a esas edades habitualmente no se nada, sino que se chapotea y se inhalan y degluten más partículas de agua con cloramina, una sustancia que puede lesionar el epitelio pulmonar y provocar síntomas asmáticos o desencadenar asma en niños predispuestos.
La cloramina se genera por la mezcla del ácido hipocloroso (desinfectante resultante de la reacción del cloro con el agua), el sudor, la saliva y la orina presentes en el agua de las piscinas.
Por otro lado, los expertos destacan que los niveles de cloramina son mayores en las piscinas con exceso de cloro, no ventiladas (cubiertas), con mayor temperatura del agua y con malas condiciones higiénicas de los nadadores. Por ello, aconsejan a los padres que comprueben que las instalaciones a las que llevan a sus hijos tienen los permisos correspondientes y eviten aquellas piscinas cuyas condiciones les resulten sospechosas.
Además, les recomienda que no dejen a sus hijos un tiempo demasiado prolongado en el agua, que estén atentos de que no traguen agua y que exijan a los padres de niños pequeños el uso de pañales adecuados capaces de absorber la orina en el agua.