A medida que se aproxima el verano, las condiciones de luminosidad van en aumento y también se multiplican las actividades al aire libre y las horas que nos pasamos expuestos al impacto nocivo de las radiaciones ultravioletas en los ojos. Expertos ópticos-optometristas advierten que la acción de esta radiación ultravioleta en los ojos, unida al deterioro de la capa de ozono, está dando como resultado un alto incremento de cataratas —el factor desencadenante de cerca de 20 millones anuales de casos de ceguera en el mundo— y otras anomalías relacionadas con nuestra salud ocular y visual, como inflamaciones agudas de la conjuntiva (conjuntivitis) y la córnea (queratitis), aparición de procesos degenerativos de la superficie ocular (pinguécula y pterigión), retinopatías e, incluso, lesiones cutáneas, que pueden provocar a largo plazo serios problemas de salud ocular.
Gafas de sol: visibilidad, comodidad y protección
Está claro que una de las funciones principales de las gafas de sol es proteger nuestros ojos del exceso de luz que empeora la visibilidad (algo fundamental para la conducción) y que puede ocasionar dolor de cabeza o irritación. Pero lo fundamental es que las gafas de sol protegen de los rayos UVA, responsables del envejecimiento celular, y de los rayos UVB, vinculados a las quemaduras y cáncer de piel. Por eso, si no nos protegemos adecuadamente con gafas de sol, estos rayos penetran y pueden alcanzar la retina provocando que patologías como las cataratas o la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) se produzcan precozmente o avancen más deprisa.
Según datos del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, una de cada tres gafas de sol vendidas en España no supera los controles sanitarios necesarios. "Al utilizar gafas de sol no homologadas, no protegemos adecuadamente nuestros ojos", señala Juan Carlos Martínez Moral, presidente del Consejo General. "El problema es que esto hace que, si las gafas no ofrecen la protección adecuada, las radiaciones dañinas penetren aún más en el interior del ojo, lo que resulta más perjudicial que no llevar ningún tipo de protección", concluye.
Para evitar riesgos, el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas recomienda encarecidamente que las gafas de sol NO se adquieran en mercadillos u otros canales de venta no autorizados ni que se compren gafas "de juguete" en bazares para los niños.
"La adquisición de las gafas de sol en un establecimiento sanitario de óptica es una garantía de que las lentes cumplen todos los parámetros de seguridad y calidad", recuerda Juan Carlos Martínez Moral. Además, el asesoramiento de un profesional de la visión óptico-optometrista también garantiza que las gafas de sol proporcionen una protección personalizada en función de nuestras necesidades, actividades cotidianas y de ocio o estilo de vida.
Gafas de sol para todos
Todos necesitamos gafas de sol, aunque existen personas que son más sensibles a las condiciones de alta luminosidad, como aquellos que tienen ojos claros, sufren astigmatismo o algún tipo de trastorno ocular más grave.
En el caso de los niños, la necesidad de utilizar gafas de sol homologadas es aún mayor ya que el ojo del niño resulta más vulnerable que el del adulto porque antes del primer año de vida, el cristalino, que ejerce de filtro, deja pasar a la retina el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB; además, la pupila permanece más dilatada que la de los adultos y la pigmentación del ojo, que actúa como barrera protectora, se va oscureciendo con el paso del tiempo.
La consecuencia es que, según los expertos, casi el cincuenta por ciento de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 18 años. Y eso conlleva daños a corto plazo (queratitis o quemaduras solares, fotofobia y enrojecimiento de los ojos), pero también, y lo que es más preocupante, a largo plazo, el daño puede ser más grave, en forma de alteraciones corneales, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que afectan a la visión de forma