Síndrome del tampón; ¿más en verano?

El síndrome de shock tóxico por tampones está causado por la liberación a la sangre de una toxina, denominada TSST-1, que procede de una bacteria, llamada Staphylococcus aureus, que vive habitualmente en la piel o en la faringe de las personas sin producir daño alguno. En determinadas circunstancias y por el debilitamiento de la inmunidad de las personas, esta bacteria puede proliferar y penetrar a en la sangre, donde libera la toxina, que es la responsable del cuadro tóxico y puede ocasionar una enfermedad parecida a la gripe, que evoluciona con fiebre, vómitos, diarrea, confusión, piel enrojecida, como escaldada, dolores musculares, dolor abdominal y descamación de la piel.

Se trata de una enfermedad muy grave que puede causar la muerte de la enferma por lo que todas las usuarias de tampones deben conocer su existencia y los síntomas de alarma, ya que deben acudir rápidamente a Urgencias de un centro médico para recibir un tratamiento específico.

El tampón es un artículo de higiene femenina para absorber el flujo menstrual muy cómodo y muy popular entre las mujeres, sin embargo, mal utilizado, puede provocar infecciones vaginales o empeorar las enfermedades genitales que la mujer sufre previamente al uso del tampón.

El uso idóneo se basa en la cantidad de flujo menstrual y en su correspondencia con la absorbencia del tampón y con el número de horas de uso continuado. No se debe prolongar el uso del tampón más de 4 horas sin cambiarlo y, por la noche, no se deben exceder la 8 horas de uso. En cuanto a la absorbencia del tampón, no se debe elegir uno con mayor absorbencia de forma arbitraria ya que "secaría" en exceso el flujo menstrual, lo que resecaría la mucosa de la vagina y favorecería la proliferación de bacterias. Por lo tanto, el grado de absorción se debe ajustar a la cantidad de flujo.

El uso de tampones provoca en la mayoría de mujeres una deshidratación de la mucosa de la vagina y, en algunos casos, pequeñas úlceras microscópicas que curan espontáneamente a las 48 horas de la retirada del tampón, pero que pueden ser una puerta de entrada a las bacterias que producen infecciones. Lavarse las manos de forma concienzuda antes de manipular el tampón para insertarlo en la vagina es una medida obligada que pocas mujeres cumplen. En las manos se portan muchos microorganismos que pueden infectar el tampón.

Es necesario extremar las medidas de higiene durante el verano, ya que las bacterias se desarrollan con más facilidad con el calor. El sudor, el cloro de las piscinas, los baños frecuentes y el uso de ropa muy ajustada y de tejidos poco transpirables (bañadores) provocan la alteración del pH natural de la zona íntima, debilitándose su protección natural.

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