Pese a las diferencias existentes entre uno y otra, el sonambulismo y las crisis epilépticas frontales nocturnas pueden ser confundidas con mucha facilidad porque ambas conllevan manifestaciones y comportamientos anormales durante el sueño con un componente motor muy importante. "Para cualquier persona que asiste a una crisis epiléptica de un paciente puede ser difícil no identificar esta crisis como sonambulismo, ya que al final el sonambulismo es algo mucho más conocido", ha explicado el doctor Juan José Poza, neurólogo del Hospital Universitario de San Sebastián, que ha reconocido que por ese mismo motivo "muchas veces" es difícil obtener un diagnóstico por la descripción del episodio que hacen los pacientes y sus familiares.
Durante su ponencia Sonambulismo vs epilepsia en adultos y niños, enmarcada dentro del programa de la XXVIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Sueño (SES), que se celebra estos días en formato virtual, Poza ha señalado que "la manera ideal" para obtener un diagnóstico es tener un registro mediante la monitorización del sueño con vídeo-electroencefalografía (video-EEG) en el hospital, pero ha matizado que esto es "difícil" porque el paciente puede quedarse a dormir para la monitorización y no presentar ningún episodio durante esa noche concreta.
"Hoy que todos llevamos una cámara de vídeo encima en nuestros smartphones, tener un registro en vídeo del episodio (y si son más, mejor) es fundamental. Poder ver el tipo de movimiento del paciente, su actitud, cómo y cuándo se inicia el cuadro, la duración del mismo y las estereotipias nos puede ayudar mucho a los profesionales en sueño para el diagnóstico", ha señalado el neurólogo.
En ese sentido, ha animado a los familiares de los pacientes a "mantener la calma y grabar" los episodios, aun a sabiendas y siendo consciente de que para éstos es "difícil" ponerse a grabar cuando, por ejemplo, ven a un hijo en mitad de una crisis. No obstante, el experto ha insistido en que ver las características del episodio es el dato diagnóstico "más relevante" para poder diferenciar entre crisis epilépticas frontales y parasomnias. Más incluso que cualquier prueba complementaria, incluido el electroencefalograma, "el registro encefalográfico también puede ayudar en cierto sentido, pero esta prueba presenta una limitación y es que en el momento de la crisis hay una actividad motora tan grande que muchas veces el registro se altera y no somos capaces de interpretarlo".
La importancia del correcto diagnóstico "es muy grande" en este caso, ya que "la actitud terapéutica es completamente diferente" si se trata de sonambulismo o de epilepsia. Así, en el primer caso, por regla general no hay que poner ningún tratamiento medicamentoso, sino únicamente "explicar bien lo que ocurre para tranquilizar a familia y pacientes y establecer algunas pautas de higiene del sueño"; en el caso de las crisis epilépticas, por el contrario, sí suele ser necesario poner un tratamiento antiepiléptico que ayude a controlar las crisis.
Principales diferencias entre sonambulismo y crisis epilépticas frontales
El sonambulismo es una parasomnia que ocurre en la fase de sueño profundo y por la que el paciente queda en un estado intermedio entre la vigilia y el sueño en el cual puede realizar comportamientos anormales relacionados muchas veces con ensoñaciones que está teniendo y que suelen estar muy relacionadas con historias amenazantes de las que el paciente busca escapar. Los episodios de sonambulismo suelen ser mucho más frecuentes durante la infancia (ya que en los niños la cantidad de sueño profundo es mucho mayor). Se estima que hasta uno de cada tres niños puede presentar episodios. Lo habitual, no obstante, es que su frecuencia disminuya mucho con el paso de los años y que incluso desaparezcan por completo en la edad adulta.
El rango de edad de aparición, precisamente, es una de las diferencias entre sonambulismo y crisis epilépticas frontales, ya que como ha explicado el doctor Juan José Poza, estas últimas "pueden aparecer a cualquier edad" y en el caso de aquellas con base genética "muchas veces empiezan a manifestarse en la adolescencia y luego se mantienen en la edad adulta".
No es la única forma de diferenciar sonambulismo y crisis epilépticas. Tal y como ha argumentado el neurólogo, las crisis epilépticas son en general mucho más "ritualizadas, prácticamente calcadas una a las otras", mientras que los episodios de sonambulismo, por el contrario, suelen ser "mucho más irregulares", con un patrón de movimientos no estereotipado.
La duración y la frecuencia de los episodios también marca diferencias, ya que por regla general las crisis epilépticas son más cortas y no es raro que aparezcan en racimos, es decir, que en la misma noche haya varias crisis; mientras que en el caso del sonambulismo lo normal es que no se produzca más de un episodio por noche. Por último, Poza ha señalado también al momento en que se producen las crisis como sintomático de una u otra dolencia. Así, en el caso del sonambulismo, los episodios ocurren normalmente en la primera mitad de la noche, porque coincide con la fase de mayor sueño profundo. Las crisis epilépticas, por el contrario, se reparten de forma más equitativa a lo largo de toda la noche.
Durante su ponencia, por último, el neurólogo también ha aprovechado para desmontar varios mitos en torno al sonambulismo. En ese sentido, ha explicado que, aunque suele ser difícil hacerlo, despertar a un paciente durante un episodio de sonambulismo "no implica ningún riesgo para su salud ni ningún riesgo de fallecimiento". También ha insistido en que, al contrario de lo que lo que dicen las leyendas urbanas, el sonambulismo es "un trastorno benigno que no predispone a ninguna enfermedad de ningún tipo, no supone ninguna merma intelectual, ni predispone a ningún trastorno de ánimo o de carácter".