En cualquier etapa de la vida, el deporte es uno de los pilares en los que se basa el bienestar de una persona.
No obstante, hay periodos en los que la práctica deportiva debe ser vigilada muy de cerca para evitar la aparición de algunos problemas, como es el caso de la infancia. "Si no hay ningún tipo de alteración manifiesta, la edad recomendable para visitar al podólogo por primera vez es entre los 4 y los 5 años de edad, cuando podemos ver como se ha ido constituyendo el pie", señala Santiago Nieto, secretario del Colegio Oficial de Podólogos del País Vasco, quién apostilla que "a partir de esas edades, si el niño practica algún tipo de deporte que pueda afectar al pie como, por ejemplo, la natación, que puede favorecer la aparición de papilomas plantares, sería conveniente hacer un seguimiento".
Patologías tan típicas de la edad infantil como el pie plano, que pueden derivarse de un mal calzado de los niños, constituyen una de las cuestiones que se abordan durante el 47 Congreso Nacional de Podología de Donostia.
Así, un estudio de la Universidad Miguel Hernández de Elche, realizado por el podólogo Roberto Pascual y avalado y divulgado este año por el Consejo General de Colegios de Podólogos, revela que existe una alta incidencia de niños que acuden al centro escolar con calzado específico para una actividad deportiva (principalmente fútbol). De los 600 niños analizados (entre 3 y 12 años) un 62% de los escolares, casi todos niños, acudieron al colegio con un calzado específico para fútbol sala o césped artificial con las características propias de este tipo de calzado (horma estrecha, suela fina, multitacos, material artificial). Además, el 11% del alumnado (principalmente, niñas) acudieron al centro escolar con deportivas con ruedines.
Tras este estudio, a más de un tercio de los escolares (38,35%) se les recomendó la realización de una revisión podológica. De los escolares a los que se les recomendó acudir al podólogo para una exploración clínica, un 40% fue por prevalencia del pie plano infantil.
El caso del fútbol es el más evidente. "A los niños les gusta que las botas estén muy ajustadas, porque parece ser que cuando los dedos están muy ajustados el control del balón se hace con mayor exactitud", pero que las botas estén excesivamente ajustadas puede traer muchos problemas. "El primero es que las uñas se traumaticen, se amoraten y se puedan perder, y el segundo es que esos dedos se acaben deformando y deriven en unos dedos en garra o unos dedos en martillo", señala Nieto.
Otro tipo de deporte en el que los pies se resienten especialmente son las artes marciales. "En este caso por todo lo contrario al fútbol -señala Nieto-, por el hecho de que se practiquen descalzos". Esta característica favorece el contagio de papilomas víricos: "Solemos aconsejarles un poco de vigilancia, intentar que se miren de vez en cuando los pies, porque cuanto antes se detecte es más eficaz el tratamiento y menos doloroso el problema".
El experto advierte de que "todo lo que en esas épocas infantiles vayamos haciendo mal va a repercutir en los niños en la edad adulta". No solamente el deporte es el causante de estos problemas: "A veces los propios padres se despistan, y mientras el niño no les dice nada, sus pies van creciendo y llegan a seguir usando un calzado que ya no se ajusta a su pie". Sobre todo, es importante extremar las precauciones en el calzado que se lleva a la escuela, porque es con el que los niños pasan la mayor parte del tiempo. A este respecto, los podólogos ofrecen una serie de recomendaciones a la hora de comprar calzado para los más jóvenes.
Consejos para escoger un calzado infantil óptimo
- Contrafuerte rígido. Interesa que la parte posterior del talón no sea fácilmente deformable, de esta manera ayuda a que esa articulación se mantenga firme.
- Dorso bien sujeto. Es importante que el calzado cuente con velcro o cordones para evitar movimientos excesivos adelante y atrás o lateralizados y que el pie quede correctamente sujeto. Es por ello que algunos tipos de calzado como los mocasines, o las llamadas bailarinas no son adecuados para una buena biomecánica.
- Zapatos con horma recta. Es decir, cuando miremos los zapatos, la forma de la suela no debe hacer cuña hacia dentro del pie, en caso contrario podrían crearse deformidades.
- Suela de goma flexible, pero indeformable. Si la suela se dobla muy fácilmente permite que los vicios del pie se mantengan e, incluso, aumenten.
- Punteras amplias. Se recomienda que no haya una presión excesiva sobre los dedos y que puedan moverse con cierta libertad.
- Evitar materiales sintéticos. Algunos de ellos tienen muy poca transpirabilidad y no son lo suficientemente adaptativos, con los problemas que eso acarrea en el pie. Lo adecuado sería que fuesen de piel.
- Probar el calzado de pie. Los zapatos han de probarse siempre de pie, y siempre tanto con el pie izquierdo como con el derecho, porque los pies son muy parecidos, pero no son iguales.
- No abusar de las deportivas. Sería conveniente relegar el uso de las zapatillas deportivas solamente al ámbito del deporte. Esto se debe a que suelen estar fabricadas con un material interior llamado poliamida que tiene un nivel de transpirabilidad muy bajo. Cuanto más se usen las playeras, mayor es la sudoración, que trae consigo problemas de aireación, lo que en última instancia puede provocar la aparición de hongos en la piel del pie.