Y los ciegos volvieron a ver la luz

And the blind went back to see the light (Y los ciegos volvieron a ver la luz). Esta frase, que hace unos años parecía sacada de una película de ciencia ficción, es hoy "una realidad que ha venido para quedarse", ha explicado el doctor Jeroni Nadal del departamento de Vítreo-Retina del Centro de Oftalmología Barraquer, que ha intervenido en la International School on Light Sciences and Technologies que organiza estos días la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

En su intervención, Nadal ha dado detalles sobre "la visión artificial, una realidad que ha llegado antes de tiempo" y que se basa en dos tipos de implantes retinales (Argus II y Alpha IMS). En la actualidad, hay cuatro personas implantadas en España y en el mundo la cifra sube hasta los 150. Con el propósito de que "las personas invidentes puedan recuperar la visión", se empezó a trabajar en estos dispositivos como "una manera de engañar al cerebro para que pueda identificar un estímulo como visión y que ésta se corresponda con una visión real, aunque algo somera", ha explicado el oftamólogo.

Un ejemplo de esto es Guadalupe, una de las últimas pacientes del doctor Nadal. Quedó ciega a los 30 años y desde el pasado mes de noviembre "gracias al implante retinal puede ver a su hija, identificar sus rasgos o si lleva una chaqueta con cremalleras; puede leer letras e incluso reconocer cuál es su parada de autobús", ha contado el especialista, quien ha asegurado que, en definitiva, estos implantes proporcionan "cierta libertad de la que antes carecían a las personas invidentes, y aunque no les devuelve una vida normal, mejora su calidad de vida".

"La visión artificial es una luz de esperanza a corto plazo", ha asegurado Nadal. De momento uno de sus puntos clave es la accesibilidad: "Llegará un  momento en que toda la gente afectada podrá tener este tipo de dispositivos, como ocurre con los implantes cocleares. No nos hemos puesto plazos, los marcará la industria. Así, a medida que salgan otros implantes, que haya competencia en efectividad, en rendimiento para el paciente y en precio, llegará un momento en que los implantes retinales serán accesibles para todo el mundo", ha explicado el oftamólogo.

No obstante, hay que poner al paciente en primer lugar, y Nadal ha asegurado que "si la visión artificial alcanza precios más o menos equivalentes a los implantes cocleares –cubiertos por la Seguridad Social y que valen unos 30.000 euros-, podrá ser accesible sin problemas, porque para la sanidad pública la atención a estos pacientes tiene un coste muy elevado". Si los implantes retinales son el presente, el futuro se dibuja más esperanzador: "Esto es solo el principio. En un futuro podrán tratarse la retinosis pigmentaria y otras enfermedades, e incluso llegarán otro tipo de implantes incluso que vayan directamente al cerebro. Será una nueva manera de recuperar la visión. También llegará la terapia génica, se abaratarán costes y se conseguirán logros en la terapia celular. Lo ideal es crear células madre que  sustituyan a las dañadas, pero su polarización presenta dificultades, aunque se podrá conseguir y orientarlas a que realicen la función que queremos que hagan", ha augurado el doctor Nadal.

 

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