Para la realización de la rectoscopia se utiliza un tubo flexible de 25 a 30 centímetros de longitud dotado en su extremo de una cámara (endoscopio), que se introduce por el ano. Las imágenes captadas de este modo se visualizan en una pantalla, de tal modo que el médico puede observar directamente las paredes interiores del recto y detectar así posibles alteraciones patológicas en ellas. También se puede incorporar al tubo unas pinzas para tomar muestras de tejido (biopsia) y posteriormente proceder a su análisis patológico.
Se trata de una prueba sencilla y que generalmente no genera molestias ni complicaciones.
Para la realización de la rectoscopia es necesario que e recto esté completamente vacío y limpio. Para ello que aplicar dos enemas de limpieza: una la noche anterior y otro dos horas antes de la prueba.
El día anterior a la realización de la prueba habrá que alimentarse únicamente con líquidos. El día de la prueba habrá que mantenerse en ayuno total y no se deberá ingerir ni siquiera agua.