Una catarata ocurre cuando el cristalino o la lente del ojo se nubla y afecta la visión. La mayoría de las cataratas están relacionadas con el envejecimiento y, por tanto, son muy comunes en las personas mayores. Pueden aparecer en uno o en ambos ojos.
El cristalino joven presenta una cierta elasticidad y puede cambiar ligeramente de forma para poder enfocar los objetos a todas las distancias. Con el paso del tiempo se van alterando las propiedades del cristalino y puede formarse una catarata.
En un ojo normal, la luz pasa a través del cristalino transparente a la retina. Al llegar a la retina, la luz se convierte en señales nerviosas que se envían al cerebro. El cristalino tiene que estar transparente para que la retina pueda recibir una imagen clara. Si el cristalino está nublado por una catarata, la imagen que usted ve será borrosa.
El riesgo de desarrollar cataratas aumenta con el propio envejecimiento. Pero hay otros factores de riesgo para desarrollarlas como, por ejemplo, la diabetes, el consumo de tabaco, alcohol o corticoides, o la exposición prolongada a los rayos ultravioletas del sol.
La visión borrosa, la pérdida de intensidad de los colores o el predominio de los tonos amarillentos, una mala visión nocturna, frecuentes deslumbramientos, la necesidad de emplear luces potentes para la lectura o la existencia de visión doble son, entre otros, algunos síntomas que le obligarán a sospechar la existencia de una catarata.