La esquizofrenia afecta de preferencia a sujetos jóvenes, con un curso habitualmente crónico y que produce diversas incapacidades psíquicas, familiares, sociales y laborales. Estas se traducen en un alto coste para el paciente, la familia y la sociedad.
Pocas son las familias que reciben una terapia en conjunto y también son pocas las que se interesan por el proceso terapéutico; así se hace una suposición básica: que el esquizofrénico que vive en su casa con la familia es un "problema". Los problemas que debe enfrentar la familia son muchos y variados. El paciente que vuelve a su casa después de la internación no es exactamente como era antes. Aunque haya desaparecido lo peor de su conducta anormal, puede quedar retraído y aislado, difícil de tratar y sin deseos de hacer nada; puede estar agresivo o de mal humor, o ser directamente cruel.
No todos los miembros de una familia responden de la misma manera. Algunos desean hacer el máximo posible para ayudar, otros no. Algunos se vuelven amargados y resentidos. El efecto del paciente sobre la familia puede ser tremendo y debe discutirse. Debe conversarse sobre estos problemas en forma franca, y la familia debe tratar de encontrar soluciones.
Casi inevitablemente esas soluciones serán compromisos, pero, por lo menos, cada uno sabrá cuál es la posición de cada uno y verá que se hace todo lo posible para encontrar una solución.
Si un familiar es diagnosticado de esquizofrenia, pida información sobre la enfermedad a los profesionales y huya de antiguos tabúes y de informaciones tergiversadas.
Deberían intentar evitarse en lo posible las situaciones de conflicto en la familia para reducir así los factores estresantes que influirían de forma contraproducente en la evolución del paciente. No es recomendable ni una sobreprotección excesiva ni una conducta pasiva ante el enfermo.
Se debe motivar al paciente para que tome la medicación y siga los controles psiquiátricos y psicológicos.
Se debe intentar hacer un esfuerzo por entender lo que le pasa al enfermo y su comportamiento, sin recriminarle ni burlarse de él, ya que nadie es culpable de esta enfermedad.
A veces, el enfermo prefiere confiarse a una persona en especial y se siente más comprendido por ella. No siempre esta persona es la que hace más por él ni lleva lo más pesado de la carga.
Cuando un miembro de la familia padece de esquizofrenia, el paciente no es el único que sufre problemas. Toda la familia resulta afectada y no solamente cada miembro individualmente, sino la familia como un todo.