La llegada del otoño y el frío ocasiona muy frecuentemente afecciones irritativas de garganta. El cambio brusco de temperaturas al salir al exterior favorece la infección de la garganta por virus y bacterias.
El origen vírico o bacteriano de la faringitis condiciona de manera absoluta el tratamiento adecuado de la enfermedad. Siempre estaría indicado el tratamiento de los síntomas.
La llegada del otoño determina la frecuente aparición de cuadros de irritación de la garganta, a los que se conoce con el nombre genérico de faringitis. Estos cuadros son muy frecuentes en los niños pequeños que acuden al colegio o a la guardería. Los menores de 2 años pueden sufrir entre seis y ocho episodios al año de faringitis, la mayoría coincidiendo con los meses fríos.
La faringitis cursa con dolor en la garganta, tos, picor, fiebre, congestión nasal y mucosidad. Su origen puede ser bacteriano, por estreptococo, o vírico. Sin embargo, la forma vírica predomina en otoño, mientras que la bacteriana predomina en febrero y marzo. La faringitis por estreptococo está relacionada con las fiebres reumáticas. Otras causa a tener en cuenta en el origen de las faringitis es la contaminación atmosférica de las grandes urbes, que empeora con las calefacciones y que da origen a faringitis de tipo irritativo.
Tratamiento
El tipo de microorganismos que causa la faringitis condiciona de manera absoluta el tratamiento. La faringitis bacteriana se trata con antibióticos específicos, mientras que en la forma vírica solo deben utilizarse fármacos para mejorar los síntomas y cura espontáneamente en pocos días. En todos los casos es fundamental hidratar bien el paciente.
El tratamiento sintomático incluye fármacos de venta libre sin receta en la farmacia en forma de pastillas que se disuelven en la boca. Estos fármacos contienen anestésicos locales, como la benzocaína, y compuestos de bacitracina o tirotricina y de lisozima o papaína. Para controlar el dolor y la fiebre se utilizan antitérmicos y analgésicos.