La elección va a depender de lo avanzada que esté la enfermedad y de la forma en que afecte a la vida del paciente. Así, la enfermedad leve y con pocos síntomas se puede vigilar periódicamente, mientras que la avanzada y difícil de llevar por el paciente debe ser sometida a corrección quirúrgica.
Entre los tratamientos posibles se encuentra la prescripción de bloqueadores alfa 1 que relajan los músculos del cuello de la vejiga y la próstata, lo cual permite una micción más fácil. También se utilizan la finasterida y la dutasterida que disminuyen los niveles de las hormonas producidas por la próstata, reduciendo el tamaño de la glándula prostática, aunque poseen efectos secundarios importantes ya que disminuyen el impulso sexual y producen impotencia.
La elección de un tipo de procedimiento quirúrgico generalmente se basa en la gravedad de los síntomas y en el tamaño y forma de la glándula prostática. Se pueden realizar prostatectomía abierta o resección transuretral. Otros métodos menos invasores son las técnicas por láser, por radiofrecuencia o por microondas.