Es una afección en la cual los vasos sanguíneos no conducen el flujo sanguíneo como lo deben hacer normalmente, y el regreso de la sangre al corazón no se produce de una manera adecuada.
La insuficiencia venosa compromete una o más venas. Las válvulas en las venas usualmente conducen el flujo de la sangre hacia el corazón; cuando estas válvulas están lesionadas, la sangre se filtra y se estanca en las piernas y en los pies. Entre los síntomas se encuentran la hinchazón de los pies y de las piernas y el dolor en las extremidades (dolor intenso, pesadez o calambres). La Organización Mundial de la Salud define las varices como "dilataciones de las venas que con frecuencia son tortuosas".
La insuficiencia venosa crónica es una afección prolongada de circulación venosa incompetente; su ocurrencia se debe a la obstrucción parcial de las venas o a las filtraciones en las válvulas venosas. Además de los síntomas antes mencionados, esta enfermedad puede ocasionar una coloración anormal en la piel de los tobillos por acumulación de productos de la degradación de la sangre en la piel.
En los Estados Unidos, casi el 30% de los adultos padecen esta enfermedad, en comparación con el 55% de los europeos. Es más frecuente en las mujeres, con una relación de 2 mujeres por 1 hombre, sobre todo en la población entre 21 y 44 años de edad, siendo ésta la considerada económicamente activa.
El cuadro clínico es variado e incluye desde el paciente asintomático, cuya única preocupación es el problema estético que comporta la existencia de varices, al paciente con la sintomatología característica.
Las principales manifestaciones de la enfermedad incluyen cinco síntomas:
- Malestar, incluyendo sensación de pesadez, fatiga, calambres vespertinos (a última hora del día) y nocturnos, dolor quemante y prurito o picor.
- Edema o hinchazón, sobre todo en las partes inferiores de las piernas: tobillos, pies, etc.
- Cambios en la piel (pigmentación o manchas marrones, resequedad o dolor).
- Dermatitis (enrojecimiento e inflamación).
- Ulceración o heridas en las zonas afectadas.
La enfermedad puede clasificarse según su gravedad clínica, ya que existen estudios para poder determinar a qué grado de enfermedad corresponde cada paciente. Según la clasificación de Porter, hay cuatro clases diferentes:
- Clase 0: paciente asintomático.
- Clase 1: paciente con malestar leve, edema y cambios en piel mínimos.
- Clase 2: el anterior con cambios moderados en piel, edema sin ulceración.
- Clase 3: malestar intenso, edema y ulceración activa.