En la mayoría de los casos, el diagnóstico es evidente a la vista de la lesión y los antecedentes de contacto con una fuente de calor, pero en las quemaduras eléctricas no se aprecian lesiones en la piel y se debe realizar una exploración en profundidad para identificar posibles lesiones internas, cuando se haya producido por una corriente eléctrica de alto voltaje.
Las que afectan a las vías respiratorias pueden detectarse porque el paciente muestra quemaduras en la cara y haya podido inhalar aire caliente procedente de vapor o gases calientes de combustión. En caso de incendio, todas las personas, quemadas o no, están en riesgo de envenenamiento por monóxido de carbono y deben ser evaluadas por un médico.
Ante una persona quemada es necesario valorar el grado de la quemadura y su extensión, que se evalúa con un método que asigna un porcentaje de superficie corporal a cada zona del cuerpo quemada:
- Cabeza y cuello: 9%.
- Tórax anterior: 9%.
- Tórax posterior: 9%.
- Abdomen anterior: 9%.
- Región lumbosacra: 9%.
- Miembros superiores: 9% cada uno.
- Miembros inferiores: cara anterior: 9%, cara posterior: 9%; por cada miembro: 18%.
- Región inguinal: 1%.
Cuanto mayor es el grado de la quemadura y el porcentaje de superficie corporal quemada, mayor será la gravedad del enfermo.