A muchas mujeres les recetan antidepresivos cuando en realidad tienen una enfermedad autoinmune sin diagnosticar

Las diferencias en el diagnóstico y tratamiento de patologías en hombres y mujeres. Hay estudios que demuestran diferencias de trato
Se dedican menos fondos a investigar enfermedades que afectan más a las mujeres que a los hombres

"Existe un problema enorme en el tratamiento del dolor de las mujeres. Algunos profesionales sanitarios tienen tendencia a vincular sus síntomas físicos con problemas psicológicos (está estresada, histérica, deprimida…) y les hipermedican con ansiolíticos y antidepresivos en lugar de darles analgésicos. Más tarde, a veces al cabo de varios años sufriendo, descubren que tenían una enfermedad autoinmune que no se había diagnosticado a tiempo. En cambio, cuando un hombre acude con síntomas de dolor, le realizan más pruebas médicas", afirma Rosana Triviño, del Laboratorio de Investigación e Intervención Filosófica y Ética (LI2FE). Ante una misma patología, es más frecuente que ellas reciban sedantes o ansiolíticos para el dolor, mientras que a ellos se les prescribe medicación analgésica.

Hay varios estudios nacionales e internacionales que demuestran diferencias de trato, que las mujeres tienen más probabilidades de ser tratadas inadecuadamente por los profesionales sanitarios que los hombres, como el que descubrió que si una mujer y un hombre acuden a Urgencias ambos con un dolor agudo, a ella le tocará esperar durante más tiempo para que la atiendan y después tendrá entre un 13 y un 25% menos de posibilidades de recibir medicamentos opiáceos para reducir el dolor en comparación con el varón. Ante eso y con el objetivo de hacer que los profesionales sanitarios sean más conscientes de esta situación, que se produce de forma no intencionada, Rosana Triviño imparte estos días un curso sobre sesgos de género en la Escuela de Salud Pública de Menorca junto a Txetxu Ausín, científico del Instituto de Filosofía del CSIC.

"Las diferencias se han demostrado, sobre todo, en casos de enfermedades autoinmunes y cardiopatías. Puede que también se produzcan en otras enfermedades pero aún no se ha estudiado. De hecho, los resultados sorprenden a los propios profesionales sanitarios", afirma la investigadora. En el caso de las cardiopatías, comenta que cuando las mujeres padecen una enfermedad coronaria arterial, los resultados son peores. Un año después de tener un infarto de miocardio, el 26% de las mujeres mueren, frente a un 19% de los hombres. "Cuando acuden a Urgencias con dolor de pecho se ha visto que se les realizan pruebas diagnósticas con menos frecuencia. En un estudio en el que los pacientes fueron derivados para que se les practicara el test de estrés, al 62% de las mujeres que obtuvieron resultados positivos no se les volvió a realizar más pruebas, mientras que al 38% de los varones sí. Entre los pacientes hospitalizados con un diagnóstico primario de infarto de miocardio, angina y dolor de pecho, a las mujeres se las sometió en menor medida a una angiografía y revascularización coronarias, a pesar de controlar potenciales variables clínicas y demográficas que pudieran resultar confusas", añade.

Muchas veces el problema de fondo tiene que ver con la investigación. De entrada, se dedican menos fondos a investigar enfermedades que afectan más a las mujeres que a los hombres, como las autoinmunes o el alzhéimer. Pero además, durante décadas, las investigaciones médicas se centraron solo en los síntomas, tratamientos y medicamentos aplicados a varones, blancos y de un peso determinado: "Se decía como excusa que las mujeres tenían una sintomatología atípica, que las hormonas interferían en los resultados o incluso que no se estudiaban para no comprometer su capacidad reproductiva pero no se puede excluir a la mitad de la población de las investigaciones. Hay que incentivar más los estudios que incluyan a mujeres, aunque a veces los resultados no sean concluyentes".

"Hombres y mujeres somos diferentes y tenemos funciones diferentes, no solamente en el plano sexual", apunta Rosana Triviño, y recuerda que precisamente en estas situaciones que solo afectan a mujeres, todavía queda mucho por mejorar: "Vemos violencia obstétrica en algunos partos, cesáreas y episiotomías innecesarias, pruebas en el embarazo de las que se podría prescindir como las de glucemia… Siempre se habla de la importancia del autocuidado personal pero en cuanto una mujer empieza a pedir cómo quiere parir y a cuestionar las cosas, la tratan de conflictiva. Cuanto más sumisa seas, mejor".

También critica el intento de medicalizar el deseo sexual de las mujeres con la llamada viagra rosa, "un estrepitoso fracaso que no funcionó porque quería dar respuesta a una enfermedad inexistente, despreciando además los factores emocionales y de intimidad que son componentes importantes para la satisfacción del deseo sexual femenino" o el exceso de terapia hormonal sustitutoria en la menopausia "que ha hecho que durante cuatro décadas se haya estado administrando a las mujeres un fármaco que se sabía carcinógeno desde 30 años antes". En este caso, concluye, se mezclan los intereses mercantiles con la concepción de que la mujer es, ante todo, un ser reproductor, y cuando deja de serlo, se la patologiza.

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