Los virus respiratorios, responsables de enfermedades como la gripe, la COVID-19 o el resfriado común, circulan entre la población durante todo el año, independientemente del clima o la estación del año. De hecho, en las últimas semanas estamos asistiendo a un aumento de los contagios por COVID-19, que ha alcanzado en la semana 25 del año (del 17 al 23 de junio) una incidencia estimada de 151 casos por cada 100.000 habitantes, más del triple que en la misma semana del año pasado, en la que se registraron 38,2 casos por cada 100.000 habitantes. Además, el incremento de contagios en las últimas semanas ha sido muy brusco. Desde la semana 18 (del 29 de abril al 5 de mayo), en la que se registraron tan solo 8,9 casos por cada 100.000 habitantes, la incidencia se ha multiplicado por 17.
"En las últimas semanas hemos observado un aumento significativo de casos de COVID-19 causados por las subvariantes FLiRT, descendientes de la subvariante parental ómicron JN1 de SARS-CoV-2. La mayor parte son casos leves, lo que demuestra que las vacunas y la inmunidad previa frente al virus siguen funcionando, aunque el tratamiento y la prevención de estas infecciones continúa siendo muy importante", afirma Estanislao Nistal, doctor en Virología, investigador y profesor de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo.
Hay algunos factores que pueden favorecer el aumento de las infecciones respiratorias en la temporada estival, por ejemplo, la bajada de defensas que se produce cuando el cuerpo se enfrenta a continuos cambios bruscos de temperatura, como los que se producen cuando pasamos de un lugar caluroso a espacios cerrados con aire acondicionado y viceversa. Además, los propios sistemas de refrigeración pueden ser los responsables de algunas enfermedades respiratorias, ya sea por una exposición excesiva a un aire demasiado frio y seco, o porque pueden albergar y propagar diferentes virus, bacterias y hongos.
Otro de los factores que pueden influir en los resfriados de verano, tal y como apunta Nistal es que "el parón brusco de actividad cuando llegan las vacaciones puede debilitar nuestro sistema inmunitario y hacer que nos volvamos más propensos a infectarnos y enfermar".
Recomendaciones para evitar un resfriado en verano
Para disminuir el riesgo de contraer un virus respiratorio en verano, el experto aconseja "evitar las diferencias bruscas de temperatura y no programar el aire acondicionado a temperaturas muy bajas, como las que alguna vez vemos por debajo de los 20 ºC. Con respecto al aire acondicionado, también es importante realizar un mantenimiento periódico de los sistemas para evitar que acumulen suciedad y gérmenes, así como ventilar las estancias de manera regular para renovar el aire".
Otras recomendaciones que pueden ayudarnos a evitar un resfriado en verano son "no consumir bebidas extremadamente frías; mantener la humedad del ambiente por encima del 30 %, para evitar que las mucosas se resequen; mantener una alimentación equilibrada, que nos aporte micronutrientes esenciales para reforzar las defensas; y mantener una buena hidratación, especialmente en grupos con más riesgo como niños, ancianos y personas con el sistema inmune comprometido", añade Nistal.
Tratamiento completo desde los primeros síntomas
Si finalmente ocurre un contagio, "es importante tratar los síntomas desde el momento de su aparición, ya que puede reducir su duración e intensidad y nos ayuda a evitar complicaciones, algo que mucha gente no hace", recuerda el virólogo. Según un estudio de Kantar para Kenvue, el 54,3 % de los encuestados no toma ninguna medida cuando aparecen los primeros síntomas y un 40,2 % solo recurre a medicamentos antigripales cuando los síntomas empeoran.
Los diferentes virus respiratorios comparten algunos de sus síntomas más habituales, como la congestión nasal, la tos, el malestar general, el dolor o la fiebre. Según el doctor Nistal, "debemos tratar estos síntomas con productos adecuados y una opción completa para tratarlos de una manera agrupada es tomar un antigripal multisintomático. Estos productos ofrecen una combinación específica de principios activos, como el paracetamol, indicado para tratar el dolor y la fiebre; el dextrometorfano, eficaz contra la tos; la clorfenamina, para reducir la secreción nasal y los estornudos; la cafeína, que nos ayuda a combatir el decaimiento; y la vitamina C, que, gracias a su efecto antioxidante, favorece la reparación de tejidos dañados durante la infección".
Por otra parte, según recuerda el experto, "los antigripales, aunque por su propio nombre se asocian mucho con el virus de la gripe, pueden ayudarnos a tratar los síntomas de otros virus respiratorios causantes resfriados comunes".
"Además, los fármacos utilizados para mitigar los síntomas respiratorios, como los antigripales, también ayudan a reducir la transmisión de virus, al atacar las estrategias que estos utilizan para diseminarse. Reducir los estornudos, la tos y las secreciones producidas durante una infección puede ayudar a prevenir la infección de otras personas", añade.
En cualquier caso, ante la aparición de síntomas compatibles con gripe o algún otro virus respiratorio, es recomendable consultar cuanto antes con un profesional sanitario, ya sea médico o farmacéutico, para que pueda valorar la situación.