Comienza una primavera atípica para los alérgicos al polen

Según los científicos, para afrontar los efectos de la polinización desde el interior de los hogares sería conveniente cerrar persianas y ventanas entre las 4 de la madrugada y las 11 de la mañana, horas de mayor exposición
Mariana Castells: "aunque el confinamiento en los hogares protegerá a los alérgicos al polen, las últimas investigaciones han demostrado que alergias, asma o urticaria no son factores de riesgo para el contagio por COVID-19"
 

El inicio de la época primaveral, que comenzó oficialmente el pasado viernes, traerá consigo una serie de cambios, como el comienzo de la temporada alta de alergias, que podrían afectar a la salud de las personas más sensibles al polen. Como cada año, los pacientes deben tomar medidas para prevenir sus efectos y reducir su impacto en la calidad de vida ya que, con la floración y polinización del entorno, las personas están más expuestas a sus efectos. Sin embargo, según los expertos, para afrontar los cambios propios de la primavera desde el interior de los hogares conviene cerrar persianas y ventanas entre las 4 de la madrugada y las 11 de la mañana.

"Durante este periodo de tiempo los granos de polen suben al aire, se aerosolizan y con el viento, se transportan. Es entonces cuando las personas alérgicas tienen la capacidad de inhalarlo, de forma que estas partículas acceden a regiones sensibilizadas y empiezan a desarrollar los síntomas propios de la alergia. Al estar confinados en casa, los alérgicos a pólenes estacionales estarán más protegidos por la falta de exposición, pero aquellos más sensibles al polvo o los animales pueden desarrollar más síntomas", explica Mariana Castells, catedrática de la Universidad de Harvard y directora del Programa de Desensibilización a Fármacos del Brigham and Women's Hospital de Boston.

Por su parte Antonio Torres Martí, jefe de sección de Neumología y Alergia Respiratoria del Hospital Clínico de Barcelona y consejero de la Fundación Gadea, incide en que "la sintomatología alérgica más común es la rinitis, la mucosidad, los estornudos o la tos y, aunque es difícil distinguirlo de un catarro, este tipo de alergias no suelen aparecer repentinamente. Están presentes en el organismo durante muchos años y, como tarde, aparecen en la fase de adulto joven, al entrar en contacto con un agente externo y sensibilizarse. En cualquier caso, los niveles dependerán de la inducción de la contaminación y el clima, si el polen no está flotando en el ambiente, menos impacto tendrá en las personas alérgicas".

La consejera de la Fundación Gadea, la Dra. Castells asegura que "los síntomas de la alergia no incluyen fiebre y normalmente responden a antihistamínicos. Además, la tos está directamente vinculada con episodios de asma para lo que se aplican inhaladores antinflamatorios o broncodilatadores. Según las últimas investigaciones de China y Corea, las alergias, en general, y el asma, la urticaria, las alergias alimenticias y anafilaxis no son factores de riesgo o agravantes para la infección por COVID-19".

Por otro lado, la experta añade que "según la hipótesis de la higiene, cuanto más limpios somos, más contacto tenemos con agentes infecciosos y, por tanto, el sistema inmune dispone de más tiempo para desarrollar alergias. Precisamente, el contacto con el entorno natural hace que nuestro sistema esté en continuo funcionamiento y evita este tipo de escenarios". Además, añade, "el número de alérgicos sigue aumentando progresivamente, especialmente en los países con más industrialización y, aunque desde hace más de 100 años venimos desarrollando vacunas y tratamientos que se pueden adquirir en la farmacia sin receta médica, todo depende de la intensidad de los síntomas".

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