Desastres naturales y bienestar emocional: cómo gestionar el impacto psicológico en tiempos de crisis climática

El aumento de los desastres naturales como consecuencia del cambio climático tiene un profundo impacto en la salud mental

El cambio climático ha provocado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, provocando desastres naturales incluso en zonas en las que antes no eran tan habituales. Esto no solo representa una amenaza física y económica, sino que también afecta al ámbito emocional de las personas afectadas, quienes se ven forzadas a enfrentar pérdidas devastadoras, incertidumbre sobre el futuro y el impacto de tener que empezar de cero.

Tras la reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha afectado a España, especialmente a la Comunidad Valenciana, muchas personas han experimentado de primera mano el temor y la destrucción que este tipo de fenómenos meteorológicos extremos pueden causar. Esta situación, así como cualquier otra catástrofe natural, puede generar experiencias difíciles de procesar, llevando a los afectados a experimentar reacciones intensas, como hipervigilancia, pensamientos intrusivos, insomnio o aislamiento. Además de la carga emocional inmediata, estos desastres suelen tener efectos colaterales duraderos que pueden afectar la recuperación psicológica. Por ejemplo, la reconstrucción de una vivienda o la pérdida de medios de subsistencia puede extenderse durante meses o incluso años, lo que prolonga el estado de vulnerabilidad. En estas situaciones de emergencia continua, muchas personas se ven incapaces de encontrar esa estabilidad emocional que ayuda a integrar la experiencia traumática y el regreso a una vida normal. De hecho, según la Confederación de Salud Mental de España, este tipo de situaciones puede provocar trastornos como el estrés postraumático (TEPT), unos síntomas que pueden comenzar seis meses después del incidente que desencadena el trauma y que se manifiestan en forma de flashbacks, evitación de recuerdos del evento, sentimientos de culpa y una constante sensación de peligro.

"El impacto emocional de estos desastres es profundo y no se limita a los propios días del evento. El estrés y la ansiedad que genera enfrentarse a una nueva realidad donde la seguridad personal, familiar y económica se ven amenazadas, pueden minar la salud mental a largo plazo. En muchas ocasiones, las personas que pasan un fenómeno natural extremo pueden experimentar alteraciones a nivel emocional, ya que el trauma influye en su percepción de la realidad y la manera en la que se relacionan con el entorno", tal y como indica la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.

Por su parte, la Dra. Marina Alba, psicóloga y consultora colaboradora en esta compañía aseguradora de salud, añade que "Es fundamental entender que este "shock" puede no superarse fácilmente, y requerir de tiempo, paciencia y apoyo profesional. En casos como incendios o desastres naturales, los primeros meses suelen requerir un alto nivel de adrenalina para resolver la parte relacionada con la supervivencia (encontrar nuevo hogar, manejar las secuelas físicas y económicas), haciendo que se demore el inicio de los síntomas. Por esta razón, es crucial que las personas afectadas reciban apoyo continuo mientras se adaptan a su nueva realidad, y proteger, así, su salud mental a largo plazo".

Ante esta situación, los expertos facilitan cinco consejos para enfrentar las secuelas emocionales de un desastre natural y proteger la salud mental de quienes lo viven:

  • Volver a retomar actividades, dentro de lo posible. Tras un fenómeno meteorológico extremo, muchas personas desarrollan nuevos miedos, como bajar a la calle, salir de su hogare, incluso, quedarse dormidas por si vuelve a pasar algo similar. La reconstrucción de una nueva normalidad puede ser difícil, pero, en momentos de incertidumbre, recuperar una estructura de actividades puede ofrecer cierta estabilidad. Retomar actividades cotidianas como ir al trabajo, al colegio o hacer las tareas diarias, adaptándolas si es necesario, devuelve un sentido de normalidad y ayuda a reducir el "choque" psicológico.
  • Limitar la exposición a las noticias del desastre. La sobreexposición a noticias del evento traumático puede intensificar el miedo y revivir el trauma, lo que aumenta la angustia y dificulta el proceso de recuperación. Se recomienda atender a las últimas noticias y avances en momentos específicos del día y siempre a través de fuentes oficiales que proporcionen información verificada y útil, evitando la exposición excesiva en redes sociales ya que se suelen difundir contenidos falsos y alarmantes. También es recomendable dedicar los últimos minutos del día a actividades relajantes que ayuden a mejorar el descanso nocturno y a evitar la acumulación de pensamientos ansiosos.
  • Encontrar un oasis de calma en medio del caos. Tras un desastre natural, la gestión emocional se vuelve clave para mantener cierta tranquilidad entre tanta incertidumbre. Durante las primeras semanas, hacer ejercicios de respiración profunda ayuda a reducir la ansiedad y calmar la mente en momentos de hipervigilancia donde las respuestas innatas de supervivencia pueden llegar a nublar el juicio. Establecer prioridades en las que se distinga lo urgente frente a lo que puede esperar permite enfocarse en lo esencial y evitar la parálisis por el exceso de opciones. Además, los expertos recomiendan desglosar el problema en pequeños pasos para que resulte un poco más fácil manejar el estrés y evitar sentirse abrumado.
  • Crear un círculo de apoyo y ayuda. Aceptar las emociones, ya sea miedo, ira, tristeza o confusión, y expresarlas abiertamente ayuda a desahogarse y a procesar lo vivido. También aceptar la incertidumbre y que algunas variables no se pueden controlar permitirá avanzar con paso firme para procesar el dolor junto a con amigos, familiares o en grupos de apoyo. Si los síntomas son difíciles de gestionar, y aparecen pesadillas recurrentes, reacciones emocionales extremas y recuerdos intrusivos, se recomienda acudir a un profesional de la salud mental para abordar el trauma de manera adecuada y reducir el impacto emocional de la vivencia.
  • Gestionar la ecoansiedad de manera consciente. Los desastres naturales pueden aumentar la preocupación por el cambio climático y el impacto ambiental, lo que, a veces, desencadena ecoansiedad: una sensación de angustia ante la magnitud de los problemas ambientales y su futuro. Para reducir este sentimiento, es útil informarse de manera equilibrada e involucrarse en acciones positivas que impulsen un futuro más responsable -como el reciclaje o el ahorro energético.

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